La velada "Woman in jazz" ha reunido en Mendizorroza a los seguidores de la voz de moda del jazz, Cassandra Wilson, que arropada por una poderosa banda de cinco músicos, ha desgranado su diverso repertorio durante cerca de hora y media.

La norteamericana, nacida en Missisipi y formada artísticamente en Nueva York, ha salido descalza y se ha movido alternando su sensual y a la vez desgarradora voz con los solos de sus músicos, a los que ha dejado el protagonismo en varias ocasiones.

Cassandra Wilson se ha deslizado con igual soltura en el "regge", los ritmos africanos, los aires latinos y el más genuino "blues", e incluso ha hecho un guiño a la tierra donde ha cantado, interesándose por cómo estaba el público en un más que correcto euskera.

Con formación musical desde la cuna, ya que su padre era un contrabajista de jazz, Wilson lleva en el mundo de la música desde los cinco años, cuando cantó en la graduación de su hermano. Cuatro años después ya tocaba el piano y la guitarra.

El paso del tiempo ha forjado una gran artista, considerado en el 2002 como la mejor cantante americana por la revista "Time Magazine". Sus incondicionales lo saben y lo reconocen y así se lo han hecho saber hoy, aplaudiendo cada una de sus canciones.

"La flor negra del jazz" pasa del susurro a la potencia más absoluta, sin dejar de moverse al ritmo de la música de su banda, compuesta por Marvin Sewell en la guitarra, Jonathan Baptieste en los teclados, Reginal Veal, al contrabajo, Herlin Riley en la batería y Lekan Babalola en la percusión.

La despedida también ha estado marcada por la originalidad.

Primero se ha ido la diva y después, uno a uno, sus músicos han abandonado el escenario dejando al resto interpretando los acordes de la última de las piezas.

Pero el auditorio no se ha quedado satisfecho y la despedida se ha prolongado con un último bis, que ha puesto punto y final a la tercera jornada del Festival.

Antes, la encargada de abrir la velada ha sido María Schneider, al frente de su big band compuesta por dieciocho músicos.

Un "grammy" y el acierto de ser la única persona que ha distribuido con éxito un disco, "Concert in the garden" a través de Internet, avalan la trayectoria de esta estadounidense de Minessotta.

Schneider ha dirigido a su banda de manera suave, pero firme, demostrando que, tal y como confiesa ella misma, "mi estilo es mío y personal". Personal y sensible, según han podido sentir hoy, los que han tenido la suerte de disfrutar del trabajo de una de las pocas directoras de grandes orquestas en el mundo.

Para mañana, el Festival espera al saxofonista Sonny Rollins, en su único concierto previsto en España para este año.