Estornudos, obstrucción nasal, dolor de cabeza o garganta, malestar general... Estos síntomas así descritos nos recuerdan al invierno, sin embargo, el 20% de los catarros que se producen al año tienen lugar precisamente en los meses más cálidos.

La razón está más o menos clara. El jefe de neumología del hospital USP de Marbella, José María Ignacio, señala que los cambios bruscos de temperatura provocado por los sistemas de refrigeración, tanto en el trabajo como en el hogar, constituyen la principal causa de esta patología. No obstante, también existen otros factores que predisponen a padecer esta enfermedad generalmente banal, como la fatiga, el estrés, una dieta inadecuada o enfermedades crónicas, especialmente respiratorias, ya que el resfriado no es otra cosa que una infección de las vías respiratorias.

Los neumólogos recomiendan como precauciones generales evitar los cambios bruscos de temperaturas, lavarse las manos con frecuencia, cubrirse la boca al toser o estornudar, airear las habitaciones donde haya personas acatarradas y seguir una dieta equilibrada.

Los expertos destacan también que para evitar estos pequeños sobresaltos es recomendable mantener la temperatura entre los 21 y 25ºC. Menos temperatura no es aconsejable puesto que las corrientes directas o el aire muy bajo, entre 10 y 15ºC, son los causantes del resfriado veraniego. De hecho, una temperatura constante inferior a 12ºC ni siquiera se considera saludable.

Además, hay que considerar que la refrigeración fomenta la sequedad de las mucosas nasales, lo que también provoca molestias.

Consejos. El aire acondicionado está presente ya en dos de cada diez hogares y no sólo los médicos, también las entidades de consumo, nos previenen sobre su uso responsable, sobre todo por motivos de ahorro energético.

Desde la entidad Asociación General de Consumidores (Asgeco) señalan que, además de la refrigeración, los toldos son una buena medida para evitar el 30% del calor. Respecto al aire acondicionado indican que es recomendable desconectarlo cuando no haya nadie en la habitación y evitar ventilar la habitación cuando el aire está encendido. Asimismo, señalan que cada grado menos en el termostato supone un aumento del consumo energético entre un 5 y un 10%.