Su abuelo fue un hombre de negocios que entre otras empresas, tuvo un estudio fotográfico que luego vendió a Juan Arenas, pero con 24 hijos, la herencia se difuminó y por eso su padre, Luis Guerrero, trabajó de lechero muchos años. "Había días que llevábamos 300 ó 400 litros de leche para los helados de Casa Mira", recuerda su hijo José Luis Guerrero, que hoy tiene 69 años y una memoria en plena forma.

Con 9 años, José Luis empezó a trabajar en una droguería de la plaza de la Merced. "Todavía recuerdo a todo el mundo esperando cuando le dieron línea de teléfono, el número 10 014, a las 12 de la noche", cuenta. Ganaba tres pesetas diarias y para mejorar el promedio, con 15 años marcha a una empresa de los Taillefer y un compañero le deja conducir camiones. "Al volante me ponía en cualquier momento".

Tras varias experiencias en empresas de transporte, en 1971 ingresa en Jumacar, que tenía la línea 4 (Alameda-Tiro de Pichón) y la ´múltiple´ línea 3 (Alameda-Puerta Blanca, Alameda-Térmica y Alameda-Dos Hermanas). "En esos años estaba la EMT y empresas como Jumacar; Ruiz Cano; González Oliveros; Hernández y Conejo; Viuda de Guerrero, que sólo tenía un coche y Olmedo para Campanillas y Los Prados", recuerda.

Hasta 16 horas trabajaba en Jumacar, con unos autobuses de calidad ´mediana´. "Tiraban hasta bocaos", bromea. De hecho, el primer día que se estrenó en la línea, un Domingo de Ramos, con un autobús Barreiro, modelo Saeta 55, el revisor se le acercó y le comentó: "Esta no es la primera rata que tú has matado, porque aquí no se ha subido nadie que no le haya dado tirones el Barreiro". La experiencia de José Luis al volante se dejó notar.

También condujo en Jumacar un autobús Karpetan. "Lo fabricaba en Zaragoza un comandante del Ejército jubilado, eran malos aunque lo único bueno era el motor que era Perkins, inglés". Además, recuerda que el cobrador tenía que manejar, para las distintas tarifas "ocho o nueve billetes de ida y otros de vuelta, según el destino".

En 1982 la Empresa Malagueña de Transportes absorbe Jumacar y el conductor entra en la EMT. "Noté el cambio porque mejoraron las condiciones de trabajo", señala José Luis. Dos años más tarde, los cobradores desaparecen y los conductores se encargan de esta tarea.

Del gerente de la EMT, Rafael Fernández Barrera, recuerda que fue "muy bueno", y la misma impresión tiene del gerente actual, Miguel Ruiz, y de la línea que lleva la empresa municipal. "Está siendo una gran empresa que va en la buena dirección con incorporaciones de vehículos que son notables". De hecho, sigue muy al día la marcha de la empresa porque no se pierde la adquisición de nuevos autobuses. "Es que la EMT la veo yo como algo mío", se justifica. Jubilado desde hace 11 años por un pequeño infarto, un hijo sigue la tradición familiar y José Luis Guerrero continúa aumentando su archivo fotográfico del transporte malagueño. Los clientes de la línea 3 todavía preguntan por él.