Doce años después de descubrir al doctor Ponseti, el médico malagueño Rafael Casielles está a punto de superar su propio récord: a día de hoy ha tratado a 561 pacientes con pie zambo, una cifra que se sostiene gracias a sentimientos, esperanza y sueños.

Sus pacientes, todos ellos niños, llegan a su consulta con la necesidad de ver resueltas sus dudas y de querer caminar sin dificultad. Y es que el pie zambo es el trastorno congénito más común de las piernas que, no obstante, puede ir de leve y flexible a grave y rígido, lo que dificulta, en la mayoría de los casos, hacer una vida normal.

«Es una afección frecuente que antes se operaba, lo que daba malos resultados», afirma Rafael Casielles, que asegura que es más fácil de curar sin necesidad de ir a quirófano. Su método, el Ponseti, está basado en el uso de escayolas durante siete semanas, llevar botas ortopédicas día y noche hasta la total corrección y un pequeño corte en el talón de aquiles para alargarlo. «Después de este periodo, el pie tiene una movilidad y posición natural y, además, sin cicatrices».

Y es que, para este médico, es «inútil, incluso catastrófico», pasar por quirófano para arreglar este tratorno. «Con este método se ha curado a gente que venía de haberse operado y no había obtenido resultados satisfactorios», asegura.

Sin embargo, reconoce que aún queda mucho por aprender y descubrir en torno a este trastorno. «Tratamos a niños en edad de crecimiento, aunque lo más aconsejable son los recién nacidos», dice, mientras anuncia que espera que pronto se pueda avanzar y hacer la rectificación a personas más maduras. «Aún no sabemos hasta qué edad se puede, pero en la India se lo hemos hecho a niños de hasta 14 años».

Pese a que pasa consulta en la Seguridad Social, en el Hospital Materno Infantil de Málaga, Rafael Casielles recibe numerosos casos por la privada, y también de las organizaciones no gubernamentales. «Hace años vi un anuncio en Internet en el que se pedía un cirujano ortopédico con muchas exigencias y una curiosidad: el sueldo era ´ninguno´», comenta divertido. «No me lo pensé», asegura. «Ya he ido en dos ocasiones a la India con la Fundación Vicente Ferrer, donde operaba a unas ocho personas al día dos veces en semana y trataba a decenas en consulta. En sitios así es donde comprendes la importancia de las cosas. Personas que siempre tendrán problemas por no poder operarse una simple rotura, algo tan convencional en occidente», cuenta. «Te premian con sus sonrisas, es muy reconfortante», dice, mientras indica que el diciembre volverá.

Tiene el honor de ser el primer especialista en utilizar el método en España, lo que hace que muchos de sus colegas lo señalen por tamaña cifra de pacientes con pies zambos rectificados. «El otro día nos dieron (a su equipo y a él) un premio por estirar las piernas, y algún que otro médico me preguntó en el acto que cuántos pacientes con pie zambo llevaba ya curados», ríe. Y es que para Casielles, sus pacientes son mucho más que cifras. «Me paran por la calle, les veo andar, hacer deporte. Hay policías, bomberos, deportistas. El 96% hace vida normal».

Una vez se retira el tratamiento y el pie está completamente corregido, la diferencia con respecto a los pies normales es simplemente estética: la única traba con la que un paciente se encuentra es que tendrá el pie más delgado y puede que necesite llevar una plantilla. «Nada más», afirma tajante Casielles.

Dado que este trastorno afecta a uno de cada mil niños, el médico aconseja tranquilidad. «Cuando me vienen embarazadas que han visto en ecografías que el niño tienen este problema o cuando su hijo nace y observan sus pies, les pido calma. Siempre les digo ´¿los ven?, pues tranquilos que ya no los verán más así de feos´».

Precisamente eso le dijo a Isabel Soler, la madre de una niña que nació con pie zambo. «Cuando al nacer mi hija vi que su pie no era normal, se me vino el mundo encima, lo pasé fatal», asegura, mientras explica que dio con Casielles gracias a un conocido que le recomendó al equipo de Traumatología y Cirugía ortopédica del Materno Infantil, donde la trataron con el método Ponseti. «Hoy tiene 17 meses y anda, nunca estaremos suficientemente agradecidos», apunta.

Esta felicidad la comparte también Mirna Maturana, que vino a Málaga desde Sevilla –donde entonces no se aplicaba este método– para tratar a su hijo, recién nacido, de pie zambo. «El resultado es increíble, el niño anda, corre y salta como cualquier otro. Cuando le quitaron la escayola no lo podía creer: fue un milagro».