Todavía no se puede hablar de esplendor. Tampoco del regreso a los números más altaneros, pero la actividad respira. Eso es decir mucho en una industria que, si bien no ha sufrido los achaques de otros sectores, se ha visto duramente golpeada con la crisis, con negocios a punto de la quiebra. El turismo vuelve y lo hace recomponiendo todos sus frentes. Si hace unas semanas, se apuntaba a la recuperación de los mercados, ahora es el turno de las agencias de viaje, que comienzan a abandonar una tendencia casi furibunda.

Según la Asociación Empresarial de Agencias de Viaje (Aedav), el sector ha logrado contener las pérdidas. En el último semestre, únicamente han cerrado ocho puntos de venta en la provincia, lo que resulta casi anecdótico si se compara con la tendencia de 2009. Joaquín Fernández Gamboa, vicepresidente del colectivo, da cifras escalofriantes, con la clausura de 150 oficinas en Málaga, el 29, 4 por ciento del total, en apenas doce meses.

El especialista pone el punto de inflexión en el pasado diciembre. Hasta ese momento, el índice de mortandad se había multiplicado. La estadística no miente. La provincia inició el 2009 con un total de 510 puntos de venta y lo acabó con 360. Los últimos en despedirse de la actividad lo hicieron arrastrados por la inercia de la etapa más dura de la crisis. Las agencias del viaje tienen el convencimiento, extrapolable al resto de la industria, de que se ha dejado atrás la parte más calamitosa, pero eso no significa la vuelta inmediata a la bonanza. «Este año habrá crecimiento, pero es normal, porque los dos últimos fueron desastrosos», razona Fernández Gamboa.

La previsión apunta a un ligero repunte durante este verano, aunque tampoco se pueden esperar milagros. Sobre todo, por la concurrencia de dos nuevas variables que han trastocado las expectativas del gremio: la subida del IVA y la reducción salarial de los funcionarios, que representaban un nicho de mercado «importante y estable», en palabras del empresario.

Las perspectivas del sector se animan, sin embargo, si se atiende a otros factores como el cambio de marcha del turismo, que ha retomado la senda positiva. Una circunstancia que se suma a la buena percepción del público, que, según Fernández Gamboa, ha incrementado su confianza en las agencias de viaje. En este sentido, ha resultado clave la gestión de la crisis aérea del pasado mayo. «Muchos clientes tuvieron una mala experiencia con la compra por internet y reclaman asesoramiento», indica.

Lo que no tiene visos de alteración, al menos este año, es el perfil del viajero, que sigue apostando por ofertas y destinos cercanos. Los malagueños no renuncian a sus vacaciones, aunque lo hacen de manera más moderada, rebajando categoría hotelera y días de desplazamiento. Este verano, los presupuestos que se manejan en la provincia a duras penas rebasan los 800 euros y ya no incluyen a toda la familia. «Los matrimonios con hijos adolescentes suelen dejarlos en casa o con un familiar», admite el especialista. Eso sí, la crisis ha convertido al viajero en alguien dado plenamente a la flexibilidad: «Ahora te dan un abanico de fechas y te dicen que les avises cuando haya una oferta y un vuelo barato», reseña. Son los tiempos de la moderación, pese a los cambios.