En un solo paseo por el camping se presentan muchas historias que sorprenderían a los que no sean asiduos a estos lugares. Una de ellas es la de Antonio Valera y su mujer, Ana. Ambos llevan viniendo de camping a Fuengirola nada más y nada menos que 35 años seguidos durante la temporada estival. Han visto crecer a sus hijos allí, cuando no eran más que niños y, ahora, los dos, disfrutan de su merecido descanso durante todo el verano.

Antonio era mecánico en la fábrica de Santana de La Carolina, en Jaén. Al llegar el calor, como muchos de sus paisanos, cargaban el coche y se marchaban a la costa en busca de descanso, arena y sol. Pero tanto él como su mujer, al contrario que la mayoría de sus amigos, tenían claro que no se iban a meter en un piso en alquiler.

«Siempre nos ha gustado mucho la naturaleza y convivir con ella. Nos enteramos de la posibilidad de ir de camping y probamos. Nos gustó tanto que desde entonces no hemos hecho más que repetir», relata el veterano campista. Valera confiesa que el primer año venía menos preparado pero que poco a poco fueron aprendiendo y adquiriendo todo lo necesario para vivir cómodamente el tiempo que estuvieran en el camping.

Antes solían venir el mes de vacaciones que le daban a Antonio en el trabajo y lo hacían con la familia al completo. Los años pasaron, él se jubiló y los hijos fueron creciendo y adquiriendo responsabilidades. Sin embargo, ello no fue impedimento para que tanto Antonio como Ana cogieran la tienda, cargaran el coche y se vinieran cada verano a la Costa del Sol.

«Evidentemente, nos ayudan nuestros hijos a montar y a cargar, pero el resto del verano estamos aquí los dos», explica el antiguo mecánico quien en ocasiones recibe la visita de sus hijos y de sus nietos.

«Un buen colchón»

Desde que vinieran por primera vez, allá por 1975, hasta ahora, «todo ha cambiado mucho», según cuenta. Empezando por la gente. «Hemos conocido a muchos campistas y hemos hecho grandes amigos aquí, es como mi segunda casa», asegura. Y es que tanto él como su esposa son conocidos y queridos en el camping Fuengirola.

Así lo corrobora Bartolomé Blanco, director del camping. «Son una pareja entrañable. Hay gente de otros años, incluso, que cuando llegan preguntan si ellos están aquí», dice el máximo responsable de las instalaciones.

Antonio se lo toma con humor. Dice que es «normal porque después de tantos años a uno lo conocen». Pero él mismo reconoce que se sienten muy a gusto con sus vecinos. «Esto de compartir cosas, las charlas vespertinas en cualquier parcela, no lo ves en ningún hotel. Ir de camping y disfrutar de una tarde sentado al fresco aquí es, para mí, un lujo incomparable», afirma.

Tanto es así que su mayor deseo es que llegue junio para preparar las cosas para venir a Fuengirola. «Pasando Semana Santa ya estoy nerviosa porque esto me da la vida y nos carga las pilas para pasar el invierno», dice Ana exultante, aunque ambos aseveran que últimamente les preocupa ver tantas parcelas vacías.

En cuanto a lo que es, a su juicio, imprescindible para pasar una buena temporada de camping, Antonio se muestra tajante: un buen lugar donde dormir. «Recomiendo un colchón de plástico de estos nuevos, son lo mejor».