Fue un mano a mano en la calle Compañía, un espacio ahora llamado plaza de Carmen Thyssen. La baronesa se llevó buena parte de los flashes. El otro gran protagonista fue Antonio Banderas, que para eso es de Málaga y es un actor internacionalmente reconocido. De fondo, había un museo que inaugurar. Un Thyssen para enmarcar, que aún olía a silicona y a pintura fresca.

Los malagueños aguardaban apostados tras las vallas para ver el paseíllo de los invitados. Desde bien temprano. En la calle Salvago se concentraba la mayoría. Se presuponía que por ahí iban a pasar los más destacados. Acertaron. Había que procurar llegar antes de las 19.30 horas, pero pocos lo hicieron. Fernando Puche, empresario de La Malagueta, fue de los primeros en hacerlo. Entró en el Palacio de Villalón y salió al comprobar que no había nadie dentro aún.

De forma paulatina iban llegando los demás. Unos más conocidos que otros. Autoridades de todo tipo, mientras que la ¿organización? parecía tener complejo de cuarto árbitro, que está más atento a que el entrenador no se salga del área técnica que del partido. El férreo control a los medios de comunicación rozó la falta de respeto. Pocas facilidades y muchas vallas.

Empresarios y sindicalistas juntos celebrando la apertura del museo. También políticos de derechas y de izquierdas, de una y otra administración. El flamante gerente del Thyssen, Javier Ferrer, la directora del museo, María López, directores de medios de comunicación, artistas como Eugenio Chicano o José Rando Soto, el presidente de Unicaja, Braulio Medel; el de Cajamar, Luis de la Maza; la rectora de la UMA, Adelaida de la Calle; el fiscal jefe de Málaga, Antonio Morales; el presidente de la Agrupación de Cofradías, Rafael Recio; el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre con la mayor parte de su equipo de gobierno; el consejero de Cultura, Paulino Plata, al frente de la delegación de la Junta de Andalucía, con María Gámez, delegada y candidata a la alcaldía... y el Mocito Feliz... Todos querían hacerse una foto y charlar con Antonio Banderas. «¡Malagueño y exquisito!», gritaba el público para recibirlo.

El actor y director supo meterse de nuevo en el bolsillo a todos, atendiendo con gran amabilidad a quienes le requerían. Supo arropar con su presencia una puesta de largo tan esperada. También fueron muy aplaudidos el diestro Javier Conde y su mujer, la cantaora Estrella Morente, rostros también muy conocidos... Desconocida, sin embargo, una señora que no se sabe bien cómo, pasaba por allí con su perrito y su bolsa del Mercadona. Para la crónica rosa, destacar la presencia de Patricia Rato, Paloma Segrelles, madre e hija, y multimillonarios griegos y alemanes.

La espera a las puertas del museo concluyó con la llegada de la baronesa Thyssen. Una parte del público, que ya llevaba un buen rato esgrimiendo pancartas que mostraban su rechazo a la inversión municipal en el museo, comenzó a hacer más evidente sus protestas... pero la mayoría del público aplaudió a Carmen Cervera, que fue recibida por el alcalde y antes de entrar en el recinto, se hizo una foto de familia con buena parte de los invitados.

El acto de inauguración fue sencillo y emotivo. La baronesa admitió estar «un poco nerviosa», gesto que el público recompensó con un aplauso. Sí pudo, sin embargo, reconocer el trabajo del equipo de arquitectos que han participado en la rehabilitación del Villalón y el «empeño» del alcalde, que durante dos años porfió para convencerla. También tomó la palabra Banderas, que agradeció el cariño e interés de la baronesa por dotar a Málaga de una colección tan importante. Y Paulino Plata, que felicitó al Ayuntamiento «porque Málaga crece culturalmente y por recuperar un edificio que dará más vida a la ciudad». Tita terminó su intervención con un «¡Viva Andalucía, viva Málaga!» y el alcalde, con la solemnidad que el momento merecía, dijo: «Queda inaugurado este museo».