Una semana después de la cita del 25M, las cifras permiten nuevos análisis. Sobre todo tras un año marcado por tres elecciones que han cambiado la fisionomía política tanto de los ayuntamientos como del Gobierno central y de la Junta. En estos diez meses transcurridos desde las municipales de mayo de 2011, los resultados han sido favorables para algunos y no tantos para otros, aunque las autonómicas han dejado claro que la provincia sigue dejando la victoria en manos del PP, una formación que, no obstante, ha visto como su racha triunfal se topaba con un bache, en forma de voto de izquierdas. La comparación entre las tres fechas electorales no es tarea fácil, cada partido trata de usarlas como mejor les conviene y hay muchos elementos que las diferencian: en las locales se vota más a la persona que a las siglas, en las generales pesa más la ideología política y en estas autonómicas han entrado en juego dos factores más: la alta abstención y la situación de grave crisis económica.

Así que, de un lado, el desencanto ciudadano con la política, aliñado con graves escándalos como el caso de los ERE, y, de otro, la creciente tasa de paro y las duras reformas, especialmente la laboral, puestas en marcha por el Gobierno de Rajoy han jugado en contra de los dos grandes partidos. Aunque PP y PSOE hayan vendido los datos del pasado domingo como una victoria, lo cierto es que la formación más beneficiada por ellos ha sido IU. Los populares malagueños han subido con respecto a 2008 un 0,13% y, aunque mantienen sus ocho parlamentarios, bajan en apoyos de forma evidente: 83.679 votos menos que en las generales de hace apenas cuatro meses y casi 35.000 menos que en las locales de mayo.

A nivel municipal, las estadísticas son más contundentes. Los populares, en relación a los comicios de noviembre, bajan en 100 de los 101 municipios de Málaga, con un descenso más que notable en la capital, traducido en 31.020 votos menos, y caídas asimismo en los grandes municipios de la Costa, que no obstante siguen siendo fieles al PP. En comparación con las municipales, los populares bajan en cinco de las nueve localidades del litoral, incluida la capital, y sube en cuatro, entre ellos Benalmádena, donde el Ayuntamiento está gobernado por el PSOE.

El mejor incremento lo registra en Torrox y la mayor caída en Fuengirola y Málaga. De hecho, en la capital, extrapolando los datos del domingo a la ley d´Hont, los populares perderían la mayoría absoluta en el Consistorio y se quedarían con 15 ediles (ahora tiene 19), mientras que el PSOE podría tener 11; IU, 4, y UPYD estar en el Consistorio con uno.

Sin más parlamentarios. Ese descenso generalizado ha sido, además, el que ha impedido que el PP aumentara su diferencia de parlamentarios con el PSOE, algo que tanto en la dirección regional como en la provincial daban por hecho, confiando así en que la provincia contribuyera a esa ansidada pero no conseguida mayoría absoluta de Javier Arenas.

Pero en ese parón del PP en Málaga ha contribuido más el electorado que se quedó en casa que los votos arañados por otras siglas. Más de 65.500 electores no fueron a las urnas el 25M, una subida de ocho puntos que, en esta ocasión, ha sido más perjudicial para la derecha.

De hecho, el PSOE sólo ha perdido 6.842 votos en cuatro meses –con tres puntos más de apoyos– y en el último año ha logrado ganar 35.957 votos y subir ocho puntos, frente a los dos que cae el PP. Los socialistas malagueños han conseguido así mantener sus siete parlamentarios, algo que se ha celebrado como un auténtico triunfo, no sólo por lo que implica de cara al futuro Gobierno de la Junta, sino por el respiro que supone a nivel orgánico, con un partido marcado por las disensiones, los conflictos internos con los críticos y los problemas externos, con una larga racha marcada por derrotas continuadas en las urnas, unas derrotas que fueron muy visibles en las municipales y que les dejaron en la oposición en numerosos ayuntamientos y en la Diputación.

La leve mejoría de estos últimos años es un espejismo que no logra esconder la pérdida de confianza de un PSOE que durante muchos años fue líder indiscutible en la provincia. Entre 2004 y 2012, los socialistas malagueños han caído un 15% en la confianza depositada por los electores. Hace ocho años, se llevaban el 50% de los votos en las autonómicas, hace una semana ese porcentaje fue del 15%. Y tanto en las municipales como en las generales perdieron peso, de hecho el 20N ni siquiera llevar como número 1 a la ministra Trinidad Jiménez consiguió parar la marea azul y los socialistas se quedaron con sólo tres diputados en el Congreso.

Pero el resultado del 25M, para muchos de ellos inesperado, les da una tregua para preparar el congreso provincial que se tiene que celebrar este verano y para el que la actual dirección sale en mejor posición que hace apenas dos semanas. Como mejor situado estará también el cabeza de lista, Luciano Alonso, consejero de Turismo, que seguramente volverá a estar en el gobierno que conforme Griñán y que pondrá los datos del domingo sobre la mesa como una credencial para tener un peso más decisivo en el funcionamiento del partido.

Como más peso tendrá, sin duda alguna, la dirección provincial de Izquierda Unida, único partido que ha subido en representantes, quedándose con el parlamentario de más que Málaga ganó en detrimento de Jaén. La coalición ya demostró hace un año que llegaba a las citas electorales con fuerza para crecer. Y así lo demostró. Consiguió volver a tener un diputado en el Congreso –Alberto Garzón, el más joven del hemiciclo y que cada día gana más espacio a nivel nacional–, dejó ver que había recambio generacional y ahora tendrá dos representantes, uno de ellos el coordinador provincial, José Antonio Castro, hombre en el que Valderas tiene depositada una gran confianza.

La coalición casi ha duplicado sus apoyos en cuatro años, sube en 3 puntos y más de 11.000 votos en cuatro meses y se mantiene en porcentajes similares a los de hace un año. Y a nivel andaluz, sus doce parlamentarios serán vitales para que el PSOE, con nueve representantes menos, pueda gobernar.

Campaña. Precisamente, IU ha sido la formación que ha hecho una campaña con más propuestas, frente a un PSOE y un PP que se han centrado más en el enfrentamiento y la crítica. Los ERE y la reforma laboral han tenido más peso que los proyectos de futuro, sin olvidar la intensa actividad realizada por los sindicatos para la huelga del 29M, unas circunstancias que finalmente influyeron más en los votantes de lo que todos esperaban.