La viuda de España. La tonadillera que enlazó la vieja tradición de la copla con las nuevas orillas del folclore. La exnovia de Julián Muñoz. Innumerables son las etiquetas que rodean la figura de la artista sevillana Isabel Pantoja, una estrella de la música envuelta en un desagradable lío judicial que no ha perdido la entereza, salvo en ocasiones puntuales, después de un proceso que ha durado meses. Entre el frío y la bruma de la dictadura de un sumario de corrupción, su figura emerge hoy con brío cuando el procedimiento alcanza su epílogo, pero en su futuro hay varias cuestiones pendientes de contestación: ¿Se olvidará la gente de que un día estuvo acusada de blanqueo? ¿Le ha pasado factura este trance en términos de imagen o de trabajo? ¿Y personalmente? Son preguntas abiertas que pueden suscitar decenas de respuestas.

Una fuente judicial que ha seguido muy de cerca todo el proceso contesta con cierta pesadumbre: «Nadie olvidará que a Lola Flores la sentaron en el banquillo por un delito fiscal». Parece una maldición que recorre vinilos y salta de copla en copla para caer de una leyenda a otra, de la Faraona a la gran Isabel Pantoja. Una mujer que ha mostrado su raza durante el juicio. Sólo lloró el día que se enteró, por medio del móvil, de que iba a ser abuela, afición digital que por cierto le valió una reprimenda del presidente del tribunal, Federico Morales.

«Evidentemente esto no es positivo, y eso a una artista le hace daño. Tardará cierto tiempo en que todo esto quede en el olvido. Ella está afectada, eso es evidente. Se ha sentado en el banquillo de los acusados con Julián Muñoz, su expareja, y eso nadie lo va a olvidar, como tampoco es agradable escuchar que un perito compare tu forma de manejar el dinero con la de un narco», reflexiona la fuente judicial consultada.

Para una mujer acostumbrada a disponer de su vida y de su patrimonio como le viene en gana, estar sentada a lo largo de varios meses en un banquillo de los acusados (le piden tres años y medio por blanqueo) ha tenido que ser difícil, explican las diversas fuentes consultadas. «Tiene que pedir permiso para salir del país, y lo que le pide la Fiscalía lo tendrá embargado», precisa. «Pese a todo, ella ha ido a lo suyo, tranquila, profesional. El día de su declaración fue tremendo el dominio que mostró. Era como si hablase no sólo para el tribunal, sino también para su público. Dijo varias veces vámonos con ello y sólo contestó a su abogado», aclara.

Eso sí, puntualmente se le oyó hablar con la voz quebrada o entre sollozos. Y otra vez se le vio cabreada con lo que decían de ella los peritos. Esta fuente aclara que se ha sentido mucho la presión mediática sobre el proceso, que se inició el 28 de junio de 2012; y aun antes, con la detención de la tonadillera una calurosa noche de mayo de 2007. La filtración de sus fotos como detenida a la prensa no fue un buen trago.

Pese al milimétrico seguimiento que ha hecho la prensa de este caso, relatando incluso su visita a la cárcel de Jaén para ver al exalcalde de Marbella o la posterior ruptura sentimental, salpimentada por una espectacular portada de la revista Hola, Pantoja ha seguido manejando sus emociones con soltura, salvo momentos concretos, y mostrando una fachada que pinta a trazos a una mujer fuerte que siempre ha defendido su inocencia. En una entrevista dada a Antena 3 medio año antes del juicio, se comparó con la infanta Cristina, y dibujó a grandes rasgos su peculiar teoría de la conspiración: «Esto es una cortina de humo muy buena para que no se hablara de lo que está pasando en este país». Y luego concluyó: «¿Qué pasa, que cuando entra Isabel Pantoja en la vida de este señor es cuando salta todo?».

Por tanto, mediáticamente es evidente que algún alcance ha tenido este juicio, para el que se acreditaron 150 periodistas. Nada raro si se tiene en cuenta que también se televisó su detención -la agencia Korpa la cazó recién arrestada-, o que su vida se convirtió en un peculiar show de Truman desde la muerte de su marido, el torero Paquirri, pasando por sus veraneos en Marbella y sus idas y venidas amorosas. La misma relación con Julián Muñoz, con epicentro en la moción de censura que en agosto de 2003 formó el barro primigenio de la operación Malaya, ha sido objetivo incansable de paparazzis y periodistas. Saluda cada día a Julián Muñoz, su expareja, con un lacónico buenos días.

«Aunque no lo demuestren, afecta mucho anímicamente a todos los acusados. El tribunal ha hecho bien en evitar la foto del triángulo junto para eludir el morbo. Anímicamente, como digo, ella lo lleva muy mal», precisa otro conocedor al detalle del caso.

«Pantoja está convencida de que esto se ha montado para perjudicarla a ella, de que es una persecución», indica. Esta reflexión la comparten Mayte Zaldívar y Julián Muñoz. Incluso Roca, por Malaya, se habría expresado en similares términos ante personas allegadas.

La afectación mediática y emocional, pese a su entereza, están claras. ¿Profesionalmente le ha afectado su calvario judicial? Durante su declaración ante el juez, ella explicó que tenía numerosos ingresos por conciertos y galas, amén de otras actividades: negocios, arrendamientos, entrevistas en exclusiva. Por alguna de ellas llegó a cobrar 350.000 euros; o royalties.

Durante el juicio, incluso, ha seguido cantando -lo que confirma una vez su fortaleza-. Una de las fuentes consultadas asegura: «No ha dado menos conciertos. Tiene un público muy fiel, sus seguidores no crecen entre la gente joven, pero sí son legión entre personas más maduras. Ella tiene a mucha gente alrededor que le va a seguir haga lo que haga. Fíjate cómo la gente se aparta a su paso en la Ciudad de la Justicia sólo para verla, como si estuvieran delante de la Virgen de la Trinidad».

No obstante, a pesar de que al principio se anunció la presencia de varios autobuses de fans para seguir las sesiones, lo cierto es que han sido muy pocos los que se han desplazado a Málaga. Eso sí, regularmente han estado presentes sus amigas Chelo García Cortés y Raquel Bollo. En palabras de un perito contratado por su defensa, la cantante, que ha defendido su inocencia con vehemencia, generó suficiente dinero, 19 millones de euros hasta 2010, con las diversas actividades económicas y profesionales en las que se involucró. Ella, dijo, pagó el Guadalpín con efectivo que tenía en su casa. Y también compró La Pera.

A Pantoja comenzaron a investigarla porque formaba parte del círculo íntimo de Julián Muñoz; por eso rastrearon las finanzas de Mayte Zaldívar, o, en Malaya, a la familia de Roca. Aunque a la exmujer del antiguo alcalde de Marbella le traicionaron sus declaraciones en un programa del corazón hablando de bolsas de basura llenas de dinero.

«Si algo ha revelado este juicio es que es una mujer muy familiar. No sólo se apoya en Teresa Pollo o María Navarro, amigas con responsabilidades en la gestión de su patrimonio y su carrera, respectivamente, sino que hay dos mujeres que siempre la acompañan y que no la dejan ni siquiera ir sola al servicio. No se han perdido ni una sesión: es muy íntima con la gente de su entorno, cambia mucho en las cortas distancias. Está molesta, pero no hace gestos de debilidad. Es educada y atenta», precisa esta fuente. Lo cierto es que en la primera sesión de 2013 felicitó el año a varios de los asistentes. «Todos están convencidos de que no han hecho nada», reseña la fuente.

La Fiscalía cree que, pese a lo dicho por ella, la relación con Muñoz no le perjudicó, sino que le benefició, y mucho, aunque eso lo tendrá que decidir el tribunal. Algunas fuentes insisten en que su paso por el juicio le permitirá hacer caja mediática una vez que se conozca la sentencia. Es un rumor que cobra fuerza, como el de que anda a la gresca con Telecinco por la emisión de Mi gitana, una serie sobre su vida. De cualquier forma, un fallo absolutorio acabaría de golpe con esta maldición. Igual, la experiencia le vale para un bolero.