Ni falsificar firmas y fingir que uno ha ido a una clase, ni usurpar identidades ajenas para hacer un examen por otro. En las clases del profesor Paco Guzmán hace tiempo que los alumnos no pueden hacer ninguna de estas dos actividades poco lícitas, pero que conforman el manual de prácticas universitarias de los más pillos.

La clave de todo esto es la patente de un lector de huella digital inalámbrico que crearon hace más de dos años el profesor de domótica de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Málaga Paco Guzmán y su equipo. Un sistema único en el mundo que ya se utiliza en varias aulas y prepara sus bártulos para cruzar el charco, ya que la Universidad de Harvard y otra de Guatemala están interesadas en ver una presentación del sistema. Una tecnología desarrolla por decenas de laboratorios y empresas que cuenta con una novedad hasta ahora no pensada, la posibilidad de desplazarse.

«Yo pongo mi huella, para que el sistema conozca qué profesor soy, y se lo paso al primera alumno. Mientras tanto yo sigo dando clases», relata Guzmán.

La idea surgió a raíz de la implantación del Plan Bolonia en las aulas, ya que el nuevo modelo de estudio pone en valor la asistencia a clase. «Mientras tu pasas lista pierdes al menos 20 minutos de clase. Otra opción era la hoja de firmas que después hay que pasarla a otra de cálculo y puede haber fallos a la hora de marcar quién ha venido o quién no», aclara el profesor. Ante estos problemas, y el engorro que suponía un lector de huellas fijo en el ordenador, surgió la idea de este sistema móvil.

El alumno ha dado consentimiento previamente para que las huellas de sus dos dedos índices estén encriptadas y puedan identificarlos una vez insertas en el sistema. Asimismo, ellos pueden consultar en cualquier ordenador la asistencia que han tenido a esa clase.

El procedimiento es sencillo. El programa almacena las huellas de todos los alumnos matriculados y una vez que pasan su dedo se enciende una luz verde. En caso de que se ponga roja, el alumno no está matriculado. Guzmán detalla que en estos dos años que lleva utilizando este sistema la picaresca de más de uno ha salido a la luz y algunos han intentado hacer algún examen que otro con el nombre de otra persona. «No puede haber error en ninguna parte», sentencia.

Se trata de un sistema pionero en el mundo y hasta ahora el único que asegura que la persona ha estado físicamente en ese sitio. Un sistema que se puede aprovechar para contabilizar la asistencia a congresos, máster u otro tipo de actividades, sin necesidad de paralizar la dinámica.

En esta línea, Guzmán y su equipo tienen otra patente que también podría utilizarse con el mismo fin pero que no asegura al cien por cien que la persona esté en dicho lugar. A través del número de identificación del teléfono móvil que tiene cada persona se puede averiguar si el dispositivo móvil está en la sala.

El profesor permite que se conecte a la red wifi, con una contraseña que él mismo facilita, y gracias a una aplicación previamente instalada se captura el número de identificación del teléfono. «Sabremos que el teléfono ha estado pero no tiene por qué ser la persona», especifica el responsable.

A pesar de ello, este sistema podría utilizarse con los alumnos de Secundaria ya que éstos no pueden usar el lector de huella digital por ser menores de edad. Mientras tanto, habrá que esperar para ver si los alumnos están verdaderamente satisfechos con este sistema o, por lo contrario, preparan ya una fórmula para burlarlo.