A partir de mañana, los cielos de África recibirán durante seis semanas tres autogiros de última generación y de apenas 450 kilos, cuyo primer prototipo salió allá por los años 20 del siglo pasado de los dibujos del ingeniero español Juan de la Cierva.

El instructor de vuelo malagueño Francis Giménez, y los pilotos Pablo Benthem -de ascendencia malagueña- y el valenciano Ignacio Yuste se han propuesto cruzar el continente, de Marruecos a Sudáfrica en seis semanas, a los mandos de estos aparatos con la categoría de ultraligeros y de fabricación española (la fábrica principal, Ela Aviación, está en Fuente Obejuna, Córdoba).

«Nadie ha recorrido antes tantos kilómetros en autogiro», cuenta el malagueño Jorge Benthem, tío de Pablo y que tuvo una importante compañía de caza en la República Centroafricana.

Este reto que parece salido de una novela de Julio Verne o de esas grandes aventuras aeronáuticas del primer tercio del siglo XX tiene un doble objetivo. «El primero, que nos quiten lo bailao, pero luego hay un objetivo técnico muy importante, demostrar la versatilidad del autogiro, un aparato que hace todo lo que hace un helicóptero menos el transporte y que es muchísimo más barato», plantea Pablo Benthem, que cuenta que la diferencia técnica con un helicóptero radica en que el rotor de las palas de un autogiro no tiene motor, las palas se mueven con el viento pero cuenta con un motor posterior. Y hay otras diferencias a favor del autogiro: «Una hora de autogiro cuesta 60 euros y la del helicóptero 2.000 euros».

Por esta versatilidad y el ahorro que supone el invento español, la travesía ha interesado a la Unicef, de ahí que luzcan el logotipo de la organización internacional. «En África hay muchos poblados que no están escolarizados porque son cuatro horas en todoterreno cuando en autogiro serían 45 minutos aterrizando en cualquier lado, y lo mismo serviría para vacunar en cualquier sitio», explica Pablo Benthem.

Su autogiro, con un motor de 115 caballos y un depósito supletorio de gasolina, en total 120 litros, irá además equipado en el morro con una cámara dirigida desde la carlinga por un mini iPad con la que poder filmar la aventura. Por eso, los pilotos intentarán volar siempre a baja altura y no ir a más de 100 kilómetros por hora para disfrutar de todos los detalles de tierra, con una excepción: sobrevolarán el Monte Camerún, un volcán de 4.000 metros de altura.

Los pilotos volarán por la costa oeste del continente pero evitarán las turbulencias políticas de Sierra Leona y Liberia pasando por el sur de Mali. «Al Qaeda está en el norte de Mali, no en el sur», apunta Pablo, que señala que han evitado la época de los monzones.

Repostarán en aeródromos (hay centenares en África), dormirán en tiendas de campaña y algún hotel y estarán localizados por teléfono satélite, al tiempo que la empresa malagueña Aerodynamics les asistirá 24 horas. Gloria Hernández, esposa de Pablo y también piloto, será el contacto en España, país donde el autogiro no tiene uso institucional, al contrario que en Alemania o Francia. En el 80 aniversario del despegue y aterrizaje de un autogiro del portaviones español Dédalo, este trío de audaces quiere homenajear a Juan de la Cierva y demostrar, cruzando África, la gran utilidad de su invento.