­La noticia del fallecimiento de los dos ocupantes del helicóptero que se estrelló la madrugada del martes en Cortes de la Frontera con una treintena de fardos de hachís a bordo ha sorprendido más a la Guardia Civil por su desenlace que por las circunstancias. A los investigadores les consta desde hace muchos años que las mafias dedicadas al narcotráfico utilizan medios aéreos para transportar hachís entre Marruecos y el sur de la Península de una forma tan rápida como efectiva. De esto sabe mucho la provincia de Málaga, territorio en el que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han protagonizado numerosas operaciones que finalizaron con la intervención de avionetas, helicópteros o autogiros utilizados para alijar hachís o cocaína, aunque es el Campo de Gibraltar la zona que más operaciones de este tipo acumula por su proximidad con el norte de África.

Si a priori este modus operandi parece muy caro, el hecho de que puntualmente se trate como una noticia excepcional podría interpretarse como todo lo contrario, puesto que lo normal es que los narcos alijen en la misma costa con embarcaciones que recogen la droga en Marruecos o en barcos nodriza que la reparten en alta mar. Así lo asegura un agente que deja entrever que es precisamente la fiabilidad de este método para alijar lo que le convierte en un modus operandi muy rentable y, por tanto, más utilizado de lo que se cree. Son aparatos pequeños y muy rápidos que juegan con la ventaja y el riesgo de volar a baja altura -en este caso chocó con una torre eléctrica- para evitar ser detectados en madrugadas oscuras como la del pasado martes, apenas iluminada con el cuarto creciente que concedió la luna. «Y si los detectan suele ser tarde, cuando el aparato ya se ha adentrado en tierra y prácticamente no deja rastro», explica.

La hemeroteca, la geografía y el sentido común suelen coincidir cuando se trata de dibujar las rutas elegidas por las organizaciones. La principal, según otro agente, es la que comienza en el Estrecho por la proximidad entre los continentes. El investigador indica que no es lo mismo volar 180 kilómetros sobre el mar que 14, 16 o 20, ya que hacerlo sobre tierra siempre es una garantía para el piloto ante cualquier incidencia. Cuando las aeronaves no descargan en algún punto de Cádiz, la ruta la traza la montaña, en este caso los corredores que dibuja primero el Parque Natural de Los Alcornocales y después el de Sierra de Grazalema, en ambos casos entre las provincias de Málaga y Cádiz. Sin embargo, los casos se reparten más allá de este área, ya que los pilotos terminan poniendo rumbo al lugar en el que las naves tienen sus puntos de salidas y llegadas.

En junio de 2009, la Guardia Civil Civil localizó la base de un narcohelicóptero en Casabermeja en la operación Rufo, que acabó con 17 detenidos y 2.570 kilos de hachís intervenidos. En octubre de ese mismo año, la operación Cierva arrojó 11 detenidos y la intervención de un autogiro que tenía su hangar en la Axarquía. Otra operación salpicó a Cádiz y Marbella en octubre de 2010, mientras que en octubre de 2011 la Guardia Civil hizo aterrizar en Ronda una avioneta cargada de hachís y en abril de 2013 hizo lo propio con otro helicóptero en Campillos. Ronda volvió a sonar en 2013 con la interceptación de un autogiro que transportaba 110 kilos de hachís, aunque la nave tenía su base en Villanueva del Trabuco. El año pasado, el instituto armado encontró en Casares un helicóptero calcinado con el cadáver del piloto en el interior en un incidente que los investigadores vincularon con un alijo. El aparato también chocó con una torre de alta tensión.