Antonio González ha vuelto a los tranvías de su infancia para recorrer la ciudad con nostalgia y humor en Los caminos de hierro en Málaga, su último libro, que acaba de publicar Ediciones del Genal en la colección Malacitania.

El autor confiesa que, en un primer momento, quería haber titulado el libro Paseo romántico por Málaga, pero así empieza un conocido libro de Julián Sesmero. En todo caso, estos caminos de hierro subrayan que los protagonistas del libro son los raíles de tranvías y trenes por los que pasea junto con los lectores.

«Quería recuperar aquella Málaga, con la idiosincrasia del malagueño típico y sus golpes de humor y unos tranvías que eran el periódico de Málaga porque en ellos se iban contando lo que pasaba en los barrios», explica.

Antonio habla junto al antiguo tranvía del Morlaco, el último tranvía, que desde el pasado mes de diciembre se encuentra en sus antiguas cocheras, en Pedregalejo. «Cuando circuló el último tranvía yo tenía 11 años y llevaba dos viviendo en Málaga porque soy del Rincón, pero cada vez que iba a Málaga me subía a los tranvías».

El autor reconoce que con la desaparición de este transporte «todos, cuando perdemos una cosa es cuando la echamos de menos», de ahí que también los tranvías se hayan rodeado de un halo de romanticismo y nostalgia que en su momento no tenían.

El libro ofrece al comienzo una introducción histórica sobre el tren Málaga-Córdoba, así como de la llegada de los tranvías para luego dar un paseo en sus líneas: Alameda-El Palo; Alameda-Estación; La Victoria-Huelin; Alameda-Bella Vista; Alameda-Baños del Carmen y Circunvalación Casco Ciudad.

Este paseo le permite al autor recorrer los monumentos, edificios e historias más relevantes de Málaga, sin olvidar las anécdotas, como la construcción de la Tabacalera, «el único edificio que ha hecho del Estado, que yo conozca, en el que sobró dinero de presupuestos, en concreto 1.300.000 pesetas», cuenta con una sonrisa.

Matagallinas. Pero en estos caminos de hierro no falta, naturalmente, el tren de cercanías. Antonio González también sale del kilómetro cero, en La Malagueta, en dirección a Vélez y a Zafarraya, gracias a la cremallera. El autor distingue entre la primera etapa del tren a Vélez, cuando era de vapor y se ganó el apodo del Matagallinas y la segunda, cuando ya era conocido como la Cochinita y era de gasoil. Y en todo caso evoca el ambiente de las estaciones: «El pito del jefe de estación, el silbido de la locomotora y en marcha, el convoy inicia su recorrido entre las chabolas e industrias, las madres salen de inmediato a recoger críos y espantar gallinas».

Este singular paseo por la historia y los raíles concluye con el tren Málaga-Coín y el ramal San Julián-Fuengirola. Antonio González Villena firmará ejemplares de este libro así como de sus dos anteriores (Málaga de la represión a la represión y ¿Quién llamó loco a Matías?) el domingo 8 de mayo en la Feria del Libro de Málaga, de11 a 2 de la tarde, en la caseta de la librería Proteo.