­La Fiscalía de Violencia de Género de Málaga ha pedido en su escrito de conclusiones provisionales veinte años de prisión para un hombre, cuyas iniciales son Carlos R. S., al que acusa de haber acabado con la vida de su expareja, Ana Isabel González, dándole treinta puñaladas. La fallecida, de 47 años, era una maestra de inglés muy querida en Torremolinos. Mientras acababa con su vida, la docente le dijo: «Por favor, no me mates». Los hechos ocurrieron el 5 de marzo de 2014 en su propia vivienda.

La dureza de la calificación fiscal revela el calvario que pasó la mujer en sus últimos minutos de vida. La fiscal empieza su relato asegurando que el encausado «padece un trastorno afectivo de la personalidad, pero sin déficit de inteligencia ni de voluntad». Ello ha quedado contrastado con la pericial que emitieron dos psiquiatras del Hospital Clínico Virgen de la Victoria sobre el sujeto.

El informe psiquiátrico del Instituto de Medicina Legal (IML) concluye que, pese a su trastorno, «no puede catalogarse de enfermo mental» al investigado, «por lo tanto no posee modificación, alteración o exención alguna de inteligencia ni de voluntad».

Apoyan estos informes de «plena capacidad» las periciales psicológicas de la Unidad de Valoración Integral de Violencia de Género (UVIVG) del IML, «donde consta que no posee signos ni alteraciones psicopatológicas, siendo consciente de todos sus actos y conductas».

Así, relata la Fiscalía de Violencia de Género de Málaga, coordinada por Flor de Torres, que este hombre mantuvo una relación de siete años con Ana Isabel González, conocida cariñosamente entre sus alumnos del colegio Mar Argentea de Torremolinos como Miss Ana. La pareja se rompió a finales de 2013, tres meses antes del fatal desenlace, a instancias de la mujer.

«El acusado no aceptaba el cese y mantuvo una conversación telefónica con Ana Isabel el día anterior a estos hechos, el 4 de marzo de 2014, en la que la culpabilizó de la ruptura y de un infarto previo de miocardio que el acusado sufrió el 19 de febrero de 2014», aclara la fiscal especialista en la materia.

El 5 de marzo, durante la mañana, el encausado compró un cuchillo marca Rui de 25 centímetros, por sólo 20 euros, en una ferretería de Torremolinos, con la intención ya decidida de asesinarla, aclara la Fiscalía. Ese mismo día, a las 12, Ana lo llamó pues necesitaba un justificante médico para su trabajo «relativo a la asistencia hospitalaria del referido infarto del acusado», indica la acusadora pública.

A las cuatro de la tarde, el encausado se desplazó a la vivienda de la mujer con un arma blanca escondida entre sus ropas. «Tras una fuerte disputa, de forma sorpresiva y sin mediar palabra alguna, le asestó una primera puñalada en el cuello sin darle posibilidad de defensa por estar ella parcialmente girada». La mujer no se percató de la existencia del cuchillo.

Ana Isabel le suplicó: «No me mates por favor», aclara la Fiscalía, al percatarse de la gravedad de la agresión. «No obstante y con pleno conocimiento de su víctima, el procesado prosiguió asestándole un total de 30 incisiones con el arma en la cabeza y en el cuello», heridas que sólo buscaban aumentar deliberadamente el dolor de la víctima.

Las heridas de defensa se le produjeron a la mujer, agrega el ministerio público en su escrito, mientras se defendía con sus manos y los brazos de la agresión, «un desesperado intento de parar el cuchillo o sujetarlo sin poder hacer nada por salvar su vida».

Ante la certeza de su muerte, cuando eran las 16.30 horas, el procesado dispuso del móvil de la mujer y trató de acceder al mismo, pero luego lo rompió. En su huida, tiró el arma asesina.

Además de los 20 años de cárcel por el asesinato, se le suma una petición de pena de ocho días de localización permanente por la falta de hurto. La Fiscalía de Violencia de Género reclama, además, 200.000 euros para los herederos de la fallecida.