­El limbo jurídico en el que se encuentra La Invisible ha provocado que el Ayuntamiento de Málaga haya dejado de ingresar unos 27.400 euros en concepto de IBI, desde que el autodenominado centro cultural de gestión ciudadana se instalara en el edificio ubicado en la calle Nosquera hace ya unos nueve años. Así lo revela un escrito realizado por Gestrisam con fecha del 24 de abril y al que ha tenido acceso La Opinión. En el mismo, el organismo municipal encargado de la gestión tributaria señala literalmente que, en el caso de que se hubieran practicado los cobros tributarios correspondientes durante los últimos nueve años, «las liquidaciones habrían ascendido a la cantidad de 27.400 euros».

El documento, además, vuelve a poner sobre la mesa el estado de alegalidad en el que se encuentra La Invisible, al corroborar una situación anormal que se produce desde el momento en el que el Ayuntamiento se convierte en acreedor y deudor, al mismo tiempo. «Al tratarse de inmuebles de propiedad municipal, se produce una confusión de derechos, ya que el sujeto pasivo es también sujeto activo de la relación jurídico tributaria», reza el informe sobre la causa que impide que se proceda al cobro, privando así a las arcas municipales del ingreso en concepto de IBI correspondiente para un edificio en pleno Centro, y que se extiende a lo largo de más de 2.000 metros cuadrados.

Tomando como fecha de referencia el año 2007, que es cuando se produce la ocupación del edificio de propiedad municipal, el Ayuntamiento no ha sido capaz de regularizar la situación de un inmueble que ahora mismo, a pesar de algunos intentos frustrados por sacarlo a concurso público, sigue gestionado por la Fundación de los Comunes. Esta fundación se creó en 2011 como respuesta a las propias exigencias del equipo de gobierno del PP, que obligó a los diferentes colectivos que estaban al frente a que se constituyeran bajo la fórmula jurídica de una fundación si querían proseguir con la explotación de La Invisible.

Actualmente, el Consistorio tiene confeccionada una mesa de negociación con los responsables de La Invisible y el resto de fuerzas políticas que, considerando que no se ha producido ningún avance desde que se constituyera al principio del actual mandato, no ha logrado desatascar una situación en la que confluyen varios intereses. De hecho, la única reunión que se ha producido al respecto entre el alcalde, Francisco de la Torre, y el resto de grupos con representación en el Ayuntamiento se remonta al 12 de septiembre del pasado año. Todo ello, a pesar de la insistencia, sobre todo por parte de Málaga Ahora, para que el Ayuntamiento acabe cediendo finalmente el edifico. Cabe recordar, que Málaga Ahora, que nace en sintonía con los diversos fenómenos post15-M, logró recabar numerosas adhesiones en La Invisible. Hasta el punto de que varios de sus simpatizantes hayan logrado dar el salto de la calle Nosquera a ocupar, en la actualidad, cargos públicos o de designación directa en el Ayuntamiento de Málaga, así como en la Diputación Provincial.

Explotación del bar. Otro punto polémico que señala el escrito de Gestrisam hace referencia a la barra de la que dispone La Invisible en el patio interior del edificio y que sirve, a su vez, para la dispensa de bebidas como la que se puede llevar a cabo en cualquier otro local de copas ubicado en el Centro. En este caso, sin embargo, sin disponer de ninguna licencia o permiso para vender bebidas como la que se le exige al resto de negocios similares. En relación al montante económico aproximado que habría ingresado el Ayuntamiento a través de conceptos como podrían ser permisos o licencias, el escrito de Gestrisam concluye que «esta estimación excede de las competencias del organismo» y deja abierta la posibilidad de que sea el área de Comercio quien pueda calcular «de forma aproximada dicho rendimiento económico».

El 30 de diciembre de 2015, militantes de Podemos, entonces vinculados al círculo de Málaga-Oeste, ya cursaron un escrito en el registro general del Ayuntamiento, en el que se advertía de que la explotación de la barra daba «ingresos que se generan de forma privada y opaca, sin retribuir ni un solo céntimo a las arcas públicas».