­La Fiscalía de Málaga ha pedido en sus conclusiones definitivas cinco años contra una mujer a la que acusa de una estafa de más de 12 millones de euros a un joyero suizo, dado que su marido, que también estaba procesado pero ya ha fallecido, le aseguró a este profesional helvético en 2005 que la esposa del expresidente de Zaire, que residía en Marbella, quería vender una colección de diamantes. Luego, le dijeron que esta mujer quería hacer una fiesta, siempre según el ministerio público, y necesitaba joyas y relojes para agasajar a sus invitados, productos valorados en 12,41 millones de euros que el estafado reclama.

Así, el principal acusado falleció pero la acusación se dirige contra su viuda, a la que se piden cinco años por estafa y que indemnice al joyero, cuyo abogado reclama 12,3 millones de euros.

Según consta en la acusación, a principios de 2005, Emile C. se encontró en Marbella con el acusado, al que conocía desde hace más de 30 años «y este le dijo que la mujer del expresidente de la República Democrática del Congo, la señora Mobuto, que también vivía en esa ciudad, tenía una colección de diamantes que deseaba vender proponiéndole esta operación a Emile», ya que este se dedicaba precisamente a la compraventa de bisutería, joyas, antigüedades y objetos de arte. Finalmente, el suizo no llegó conocer a la posible compradora.

En abril de 2005, el acusado, ya fallecido, contactó con el joyero para informarle de que Mobuto «quería organizar una fiesta y necesitaba joyas y relojes para agasajar a sus invitados». Emile presentó una colección de relojes al procesado y a Ali S. K. H., imputado que se encuentra en paradero desconocido. El finado recogió esa colección y entregó dos cheques por importe de medio millón y de 145.000 euros firmados por el fugado a «sabiendas de que la cuenta contra la cual fueron librados carecía de fondos».

Emile, a través de sus proveedores, se abasteció de la mercancía, que entregó en Marbella al acusado por un valor total de 12,41 millones de euros. En ese momento, Edward W. M., supuesto abogado inglés también en paradero desconocido, se comprometió a transferir al helvético 13.250 euros en una carta con fecha de 11 de mayo de 2005, reiterando en una segunda misiva, siempre según el ministerio público, que hizo una transferencia de 12 millones de euros en favor del suizo.

Los cheques resultaron impagados al carecer de fondos y las transferencias del abogado inglés nunca llegaron a la cuenta del joyero.

El 4 de junio de 2005, la acusada «confirmó a Emile la recepción de las joyas y se comprometió, mediante carta, a pagar el valor de las mismas en caso de que las transferencias ordenadas no llegaran a hacerse efectivas». A la vista de que las mismas no se produjeron, la procesada entregó al helvético dos cheques por importe de seis millones de euros cada uno de ellos, que debían hacerse efectivos «el 7 de julio del mismo año, conociendo la encausada que la cuenta contra la que se libraron los cheques carecía de fondos y con la clara intención de no abonar el valor de las joyas percibidas».