Están especializados en pagos internacionales e intercambio de divisas y tienen su sede central en Londres aunque los fundadores de la compañía Ebury -los ingenieros españoles Salvador García y Juan Lobato- eligieron en su momento a Málaga como emplazamiento de su centro de desarrollo tecnológico y de operaciones, unas instalaciones desde las que gestionan ya más de 10.000 transacciones cada mes y donde ofrecen servicio a unas 12.000 empresas (unas 2.500 españolas). Ebury comenzó a operar en la capital malagueña en 2010 con un par de trabajadores en unas pequeñas dependencias situadas en el Parque Tecnológico de Andalucía (PTA) pero el rápido crecimiento del negocio y de la plantilla les llevó pronto a mudarse a unas oficinas de la zona oeste de la capital, junto a la avenida de Moliere. Cuando el espacio allí también se vio insuficiente dieron el salto a su actual emplazamiento, unas amplias instalaciones en la céntrica calle Puerta del Mar que acogen ya a 82 trabajadores, con la previsión para 2017 de alcanzar las 120.

«Nos dedicamos a proporcionar servicios de cambios de divisas y pagos internacionales orientados a empresas. También ofrecemos un servicio de lending para la financiación de pagos por importación y exportación. Tenemos oficinas comerciales en Madrid, Ámsterdam, Varsovia y Atenas, y pronto abriremos en Zurich, Hamburgo y París. También en Italia y Portugal», explican Venancio Gallego, director de operaciones de Ebury, y Álvaro Luque, responsable de desarrollo. La compañía, que tiene un total de 360 trabajadores en todas sus oficinas, realiza pagos internacionales en más de 140 divisas y cobros en más de 60. En el último año, el volumen de gestión de divisas manejado por la compañía ha sido de más de 3.000 millones de euros.

La elección de Málaga como sede tecnológica responde al hecho de que uno de los fundadores de Ebury conocía la zona por haber pasado aquí sus vacaciones, lo que le permitió conocer toda su potencialidad. «Málaga está muy bien conectada con Reino Unido, a través del aeropuerto, tiene un buen entorno tecnológico y también presencia de gente de muchos países, lo que le da una gran cultura internacional. Eso para nuestros clientes es importante», comentan.

El personal de la sede de Málaga ofrece a todas ellas tanto el soporte informático y gestiona los procesos de ejecución de todas las transacciones, dentro de un complejo conjunto de regulaciones y normativas internacionales. «Por ejemplo, si un cliente tiene que realizar un pago a un proveedor de China nosotros hacemos el seguimiento de toda la operación. Es mucho trabajo y obliga a realizar constantes chequeos.

Tenemos también una plataforma online desde la que los que los clientes pueden operar con un autoservicio», comentan Gallego y Luque.

Informáticos y economistas. La plantilla del centro de Málaga es muy joven (la media edad es de 28-29 años) y está compuesta básicamente por dos grandes perfiles: programadores informáticos y economistas. Los primeros emplean lenguajes como Python o Java y tecnologías de software libre mientras que los segundos están especializados en el mundo financiero y empresarial. El 60% de la plantilla está integrada por malagueños. De hecho, Ebury se ha nutrido en buena parte de licenciados salidos de la Universidad de Málaga, con quien hay firmado un acuerdo de colaboración. El dominio del inglés es «altamente recomendable» para entrar en la empresa, ya que la comunicación con Londres y el resto de sedes es constante en la mayoría de los puestos.

El interés por contar con una buena cantera de programadores especializados en el lenguaje Python ha propiciado que Ebury patrocinaran la pasada semana el congreso PyConES 2016, el foro más importante que se celebra en España de esta comunidad de desarrolladores y que reunió en Almería a medio millar de personas. «Hay una gran demanda de profesionales que conozcan este lenguaje de programación y el mercado no es capaz de satisfacerla. Por esa razón es tan importante formar una comunidad potente de desarrolladores Python en Málaga, de manera que podamos cubrir las necesidades de la industria tecnológica asentada en la ciudad», explican.

Los responsables de Ebury destacan las condiciones de Málaga para atraer a empresas extranjeras del sector tecnológico y financiero. «La ciudad tiene buenas comunicaciones, un calidad de vida envidiable y una universidad que genera un gran número de profesionales. Las empresas que llegan está contentas y cuando se habla de Málaga a alguien de fuera se nota que les resulta atractiva», apuntan Gallego y Luque, que sólo echan en falta una mayor oferta de oficinas en el casco urbano con condiciones para albergar empresas como la suya.

«Nosotros queríamos estar en el Centro, porque era el lugar preferido por casi todos en nuestra plantilla, pero nos costó encontrar nuestra actual sede. Y puede que, en un futuro, si continúa este ritmo de crecimiento tengamos que mudarnos porque ya estamos al límite de espacio. Quizá faltan en la ciudad más edificios de negocios», apuntan.