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Nuevo libro

La realidad del 'Vecino de guardia'

Los periodistas Javier Ronda y Marián Campra presentaron ayer un anecdotario que recoge en clave de humor las vivencias que han tenido lugar en los edificios

La realidad del 'Vecino de guardia'Paula Martín

«A la vecina agraciada sexualmente se le solicita disminuir su actividad nocturna o realizarla de una forma menos ruidosa. Muchas gracias». Esta nota en un portal supone una de la infinidad de anécdotas vividas en las comunidades y que recoge el libro Vecino de guardia, un divertido recopilatorio de vivencias que se han producido en las comunidades de diversos puntos de España, que edita la editorial Algaida. La historia no quedó ahí y la aludida no tuvo reparos en responder: «A la vecina desgraciada sexualmente que puso el cartel, si quiere le dejo el número del chorbo que me visita. Así le hace compañía las noches que no puede descansar».

El periodista de Canar Sur Javier Ronda y la también periodista especializada en gabinetes de comunicación Marián Campra son los autores de este libro que ha contado con los Administradores de Fincas Colegiados para encontrar testimonios, situaciones y anécdotas que han vivido los vecinos de infinidad de comunidades y que bien podrían ser el arranque de cualquier comedia centrada en lo que surge en el interior de un edificio. También han contado con la colaboración del ilustrador Jesús Zulet para las viñetas.

El libro, de 200 páginas, está dividido en nueve capítulos. Tipos de vecinos, o catálogos de subespecies; juntas de propietarios, pero no revueltas; el mantenimiento de las zonas comunes, sin perder el sentido del humor; con los estatutos en la mano y la ley en la otra; tablón de anuncios y los papelillos de los vecinos o gazapario son los títulos que recogen infinitas historias, muchas de ellas propias del género de ciencia ficción. La presentación se celebró ayer en el Colegio de Administradores de Fincas de Málaga y Melilla.

Una de ellas explica la petición de un vecino de un «curioso» estudio económico sobre el consumo de electricidad del árbol de Navidad en el portal. «Cuesta 10 céntimos al año, si alguien no quiere pagarlos, yo se los pago, pero por favor no apaguen el árbol de Navidad. Jesús 4º C».

El mensaje expuesto en las zonas comunes en ocasiones no es tan amigable. «La próxima vez que me toques la moto, te rompo los dos brazos». Otros, en cambio, no sabría uno cómo tomarlo: «He encontrado un móvil por esta zona, el móvil me lo quedo pero la tarjeta SIM con los contactos aquí la dejo».

Algunas frases que recoge el libro han pasado a la posteridad en el edificio. Es el caso de lo que le dijo una vecina de Barcelona al administrador al ver que ella también era una afectada por las grietas que presentaba el inmueble: «Suba a mi casa, que le voy a enseñar la raja que tengo yo».

Algunas de las historias que recoge el libro tienen como escenario la Costa del Sol, es el caso de una disputa entre un hombre y una mujer por cuestiones referentes a la piscina que acabó con el intento por parte del vecino de tirar a la mujer a la piscina al cogerla en brazos. Un mal rato similar tuvo que llevarse una vecina de Marbella al ser descubierta encerrada en un cuarto comunitario por el administrador y tener que explicar que se había escondido a la espera de que a su marido se le pasara el efecto de la Viagra. En Estepona, un empleado de mantenimiento recibió una descarga que le dejó con los pelos de punta. El comprobador de corriente se había quedado sin pilas y nadie quería pagarlas... El operario solo se dio un susto y la indemnización por lo sucedido costará más que un paquete de pilas.

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