El sol se pone a través de los coloridos cristales del Museo Pompidou mientras Helinah, de dos años de edad, corretea y se tumba en el suelo contemplando la inmensidad del cielo. Su madre, Ilse Longuet, la observa con una sonrisa mientras come una galleta. A las 6 de la tarde ya han recorrido más de 15 kilómetros a pie. Este miércoles se cumplieron 89 días desde que partieron desde Barcelona para recorrer los más de 1.000 kilómetros que la separan de Gibraltar con el objetivo de recaudar fondos para los niños más desfavorecidos de Kibera, una barriada pobre situada en Nairobi (Kenia).

Lo hace descalza cargando con su pequeña sobre los hombros. «Voy sin zapatos porque así es como van los niños en Kibera, no tienen ni para comer», explica la joven. Mientras, Helinah que aún no es consciente del objetivo de su aventura, disfruta del viaje. «Es muy difícil caminar con ella porque se quiere parar en cada parque que ve, cualquier cosa le llama la atención», cuenta la belga, que no está sola en este proyecto al que ha llamado «The 1.000 km barefoot walk». La iniciativa ya lleva recaudados 500 euros más de los 4.000 que se establecieron como reto en un primer momento. «Las donaciones se pueden realizar a través del portal GoGetFunding y es posible hacerlo a través de Visa, Mastercard o Paypal», dice Ilse, que ha convertido cada céntimo en parte de ese combustible que le hace avanzar cada mañana a pesar del cansancio y de las heridas en las plantas de sus pies.

El australiano Tyrone Frielich aterrizó en Málaga el pasado 29 de enero. «La comida es muy buena, la gente es agradable y la ciudad es maravillosa», cuenta en inglés al tiempo que da saltos para atajar el frío. Aún lleva las zapatillas en sus manos. Él se sumó el pasado miércoles al reto de Ilse desde el Muelle 1 y la acompañará durante más de 136,5 kilómetros hasta Gibraltar. «Llevaba tres semanas caminado sola con Helinah y necesitaba a alguien adulto con quien hablar», explica Ilse. Por el camino se unirá también Annie, una amiga londinense que se sumará el próximo día 15 de febrero al reto. «Tal vez para entonces estemos en Torremolinos», cuenta la joven, que era consciente de que durante este fin de semana el tiempo no iba a estar de su lado por lo que decidió esperar hasta que la lluvia les dé una tregua. Lo hará en la caravana de Antoine, un jubilado francés al que conoció en Denia. «Nos acompaña llevando mi mochila que pesa 12 kilos y nos ayuda comprando algunos productos».

Ilse ha aprendido a hablar español entre kilómetros y aunque el viaje está siendo duro reconoce que nunca ha pensado en abandonar. «Todos los días recibo mensajes de apoyo y eso me da fuerzas», cuenta la belga, que lleva cuatro años haciendo retos con el objetivo de recaudar fondos para Kenia, de donde es su compañero de vida y padre de su hija. «Me tatué el nombre de 75 personas en la espalda, hice una fiesta africana en Bélgica para recaudar fondos y recorrí andando una parte de Australia durmiendo sola en una tienda de campaña», relata Longuet que ya tiene pensado su próximo reto; recorrerá Australia en bicicleta desde el Oeste hasta el Este.

«Algún día volveré a España, me encanta», dice y es que aunque haya atravesado el temporal de frío y lluvia que azotó al país el pasado mes de enero, Longuet escogió viajar hasta la Península gracias al buen tiempo. Con cada paso confiesa que ha ido aprendiendo más de la hospitalidad de los españoles. «Me han dejado entrar en sus casas sin apenas saber hablar español». Ahora, Ilse coge su mochila y sube a Helinah sobre sus hombros. A su regreso a Bélgica le esperan 600 pares de zapatos para los niños más desfavorecidos y viajará hasta Kenia para convertir el dinero recaudado en paquetes de arroz y en productos básicos para quienes más lo necesiten. Ya queda menos para llegar a su destino. Paso a paso sus pies se han ido agrietando pero su corazón se ha hecho más grande de lo que era.