Sonia Hierro trabajaba en una franquicia de ropa donde era la responsable de entrevistar a las futuras empleadas. Las directrices que tenía que seguir por indicación del dueño de la tienda eran claras: «Si alguna era madre era eliminada automáticamente de la lista de candidatas». Es un ejemplo más de la discrimación que continúan sufriendo las mujeres en el ámbito laboral en pleno siglo XXI.

Las mujeres representan el 72,5% de las personas ocupadas a tiempo parcial, y el 96% de las personas que reducen su jornada para dedicarse al cuidado de menores. Son sólo porcentajes, pero números, al fin y al cabo, que ilustran que en la sociedad española aún existe una importante brecha salarial. El miércoles se celebró el Día Europeo de la Igualdad salarial, una fecha que quiere demostrar que el mundo laboral también discrimina por razón de género.

Por este motivo, muchas mujeres optan por el autoempleo como mecanismo de salida laboral sin renunciar a tener hijos o un horario que les permita hacer algo más que trabajar. Todo, pese a que el autoempleo exija hacer más números si cabe con la calculadora para tener un sueldo digno a final de mes. Por este motivo, la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales ha puesto en marcha la campaña de sensibilización «Por una igualdad real todos los días», una manera de poner el dedo en la llaga y de demostrar que la igualdad sigue sin ser efectiva todavía hoy.

Los resultados de un estudio elaborado por el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), el Centro de Estudios Andaluces y la Universidad de Málaga constatan los estereotipos y roles sexistas que aún perduran en la sociedad y en el ámbito empresarial: el 30% de los hombres empresarios prefieren contratar a un hombre en su empresa.

«Existe una discriminación horizontal hacia las mujeres, que al final hacemos trabajos peor valorados y que coinciden con el cuidado de personas y también seguimos teniendo pocas mujeres en puestos de poder y toma de decisiones», señala la coordinadora del IAM en Málaga, Rosa del Mar Rodríguez, que señala que hoy día existe una falsa sensación de igualdad laboral. Es el caso de la modista y diseñadora Sonia Hierro, que decidió abrir su propia empresa tras haber trabajado en dos sectores distintos en los que no vio oportunidad de mejora laboral o de conciliación.

Primero lo hizo en una franquicia de ropa para mujer en la que era la encargada. Tras abandonar este puesto de trabajo, la diseñadora, que fundamentalmente se dedica a la moda flamenca, empezó a trabajar en una asesoría. Empresa en la que pronto comprendió que no podría aspirar a tener un cargo de responsabilidad porque de seis, cinco estaban ocupados por hombres. Se quedó embarazada y decidió cuidar de sus hijas mientras decidía qué hacer.

«Siempre me había gustado el diseño, así que tomé la decisión. Es lo mejor porque me marco mis horarios, tengo posibilidad al tener mi negocio de que si alguna niña se me pone mala estoy con ella y por las tardes hacemos los deberes aquí», señala la mujer, que admite que hubiera sido «impensable» poder tomarse estas licencias en una empresa en la que trabajara por cuenta ajena.

Con el caso de Sonia Hierro, desde el IAM se quiere visibilizar las dificultades que las mujeres tienen, no sólo para llegar a puestos de poder, sino que también para conciliar la vida familiar y laboral. «La base de todo lo que tenemos en gran medida es que la corresponsabilidad sigue siendo asignatura pendiente, porque al final tanto el cuidado de mayores como el de menores sigue recayendo sobre la mujer, de ahí la petición de que la baja sea igual en tiempo e intrasferible para hombres y mujeres, para que no haya diferencias en el mercado de trabajo», señala Rodríguez.

Por todo ello, la coordinadora del IAM en Málaga recuerda que Andalucía está reformando la Ley andaluza de Igualdad con el objeto de alcanzarla de forma real. Así, se van a poner en marcha medidas sancionadoras para luchar contra la discriminación por razón de género e, incluso, que la Inspección de Trabajo tenga mecanismos para trabajar contra ello.

Además, se va a hacer un registro de planes de igualdad en la empresas y que en las negociaciones colectivas haya cláusulas de igualdad y sancionar los convenios discriminatorios. Además, en los centros de trabajo en los que haya 500 o más personas se va a exigir la incorporación de centros de educación infantil. «Si las buenas intenciones no las apoyamos con medidas que lo blinden, quedamos en nada», añade Rodríguez.