La Junta de Andalucía tomó ayer la determinación de contribuir a la lucha contra los mosquitos con una intervención directa en uno de los bancales de arena y agua estancada de la desembocadura del Guadalhorce que está más potencialmente relacionado con la formación de larvas. Se trata del último tramo del canal de pluviales de la margen derecha del paraje, actualmente bloqueado por residuos que taponan su salida y regeneración natural en el mar.

Según informaron fuentes de la delegación de Medio Ambiente, la administración autonómica, a la que compete el área protegida, utilizará maquinaria propia para retirar el material acumulado y permitir al Ayuntamiento que actúe con sus larvicidas. La limpieza despejaría además el terreno para que al agua que circula por el canal, procedente fundamentalmente de las lluvias, pueda cumplir su ciclo y ser evacuada sin riesgo de que se generen nuevas zonas cenagosas, que son las que favorecen la aparición de insectos.

Los trabajos se integran en las tareas de coordinación que ocupan en estos días al Consistorio, responsable del control de plagas, con la Junta, que ya ha confirmado que autorizará a los técnicos municipales para que se adentren en el paraje natural, sobre todo, en los islotes de difícil acceso, que son, según ellos, donde se localizan algunos de los criaderos que están generando más molestias a los vecinos.

El área de Medio Ambiente, precisó ayer el edil Raúl Jiménez, lanzará, con los permisos concedidos, una nueva ofensiva la semana próxima. Especialmente, justo después de los próximos días de precipitaciones, que es cuando las colonias se muestran más vulnerables. La próxima actuación en el paraje será el desbroce de las cañas crecidas detrás de la iglesia de Guadalmar, otro de los puntos candentes. El Ayuntamiento está convencido de que el origen del problema está en el mosquito de las marismas, una especie que suele anidar en los humedales. Y cuyo exterminio, insisten, depende de la eficacia de la actuación en lo que denominan islotes y lagunas del paraje. El Consistorio sigue adelante con su idea de crear una barrera artificial de alrededor de doscientos metros entre la desembocadura y el inicio del área urbana. Y no descarta el uso de barcas para atacar los rincones más intransitables, posibilidad, esta última, que, al tratarse de terrenos protegidos, también tendría que ser autorizada por la Junta.

Los servicios municipales continúan en todo caso con las tareas de fumigación, que se están combinando con las de poda y jardinería. Uno de los trabajos inminentes, será la plantación de especies que repelen a los insectos como la lavanda y el romero en los alrededores del colegio público Julio Caro Baroja, uno de los espacios más afectados por las picaduras. De hecho, un equipo de técnicos visitó ayer el centro, marcado en los últimos días por las protestas de los padres de alumnos, que incluso han decidido no llevar a sus hijos al colegio mañana por temor a los mosquitos.

La campaña municipal contra la plaga está siendo criticada por la oposición. «Algo no se está haciendo bien cuando, si existen planes intensivos para eliminar los mosquitos como asegura el PP, cuando no se está acabando con esta situación en sitios como un colegio público», señaló María del Carmen Moreno, portavoz socialista en el Ayuntamiento. El PSOE insiste en que la acción no se debe delimitar al entorno del Guadalhorce y exige que también se tengan en consideración otros posibles focos. «Es hora ya de que De la Torre y el PP hagan algo donde se están produciendo las picaduras, en las urbanizaciones», dijo.