Mucho antes incluso de que Fernando VII usara paletó (un tipo de gabán largo), en el entorno de la plaza de las Cuatro Calles, hoy de la Constitución, se encontraban los establecimientos del gremio de los cereros. Las cererías Zalo, en la vecina calle Santa María, y Ojeda, en calle San Juan, son las herederas de la cerería La Custodia, de 1720.

Le sigue en antigüedad la farmacia Bustamante, la antigua botica del sardo Francisco Mamely, en la esquina de la calle Granada con la plaza de la Merced, que abrió sus puertas en 1739 y que, en esos tiempos brumosos, bien podía vender lo que entonces adquirían los malagueños: desde muérdago y espárragos hasta aguas de lengua de buey y algo llamado espíritu de cuerno de ciervo. Por cierto que, hasta hace un siglo, en este establecimiento se embalsamaban cadáveres.

El profesor de Lengua y Literatura y vecino del Centro, Fernando Alonso González, es el responsable de este apasionante viaje en el tiempo en el que, gracias a un enorme trabajo de archivo y de campo, con entrevistas personales, ha recorrido la historia de las tiendas más veteranas del casco antiguo. El resultado, publicado en Ediciones del Genal, se titula Comercios Históricos Malagueños. Casi 400 páginas de historias, fotografías de archivos familiares y anécdotas, con 34 comercios expuestos en orden cronológico y uno más, el 35, muy especial.

«La cosa empezó porque vengo de una familia de comerciantes. Comencé investigando los orígenes del apellido Alonso y descubrí que venía de Laguna de Cameros, el mismo pueblo que los Larios», explica.

Su tío tatarabuelo, Pedro Alonso García, dedicado al comercio textil, fue además alcalde de Málaga en dos ocasiones, al igual que su abuelo, Pedro Luis Alonso, que tenía una conocida tienda de muebles.

También le empujó a escribir el libro el hecho de ser vecino del Centro, por eso la obra también quiere ser una llamada de atención ante la enorme transformación de este barrio que se está quedando sin vecinos.

«De cuatro años para acá ha pegado un cambio enorme. Tenemos que ver qué queremos, si un Centro con más turistas y restaurantes o un Centro con vecinos y más comercios tradicionales, porque están echando a los vecinos y las tiendas tradicionales están cerrando. Las dos cosas parece que de momento no están siendo compatibles», resalta.

Como destaca, los comercios tradicionales que quedan continúan «porque son dueños del sitio o porque siguen pagando un alquiler antiguo». De hecho, mientras finalizaba el libro en diciembre del año pasado, uno de ellos, Calzados Alas, fundado en 1935, cerró para abrir una nueva tienda, Caminamos, en la calle Victoria. «Me da mucha pena porque son tiendas que han sobrevivido a la Guerra Civil pero no han sobrevivido a la peatonalización del Centro».

Comercios Históricos Malagueños cubre además un hueco que nunca antes se había llenado, salvo con una recopilación de artículos de Julián Sesmero, de ahí que buena parte de la información que aporta sea totalmente novedosa.

Como explica Fernando Alonso, cuestiones de espacio le han obligado a dejar en 35 la lista de tiendas más veteranas, aunque calcula que en el casco antiguo queden en total unas 54, quizás alguna más.

La joyería desaparecida

La administración de loterías Nuestra Señora de Fátima, de la calle Compañía (1865); la peluquería de la calle Sánchez Pastor (1888); el café Madrid, en la calle Granada con Calderería (1896); la carnicería Medina del mercado de Atarazanas (hacia 1900); Ultramarinos La Mallorquina, en la calle Sagasta (1924); la librería anticuaria de Antonio Mateos, en la calle Esparteros (1937)... el libro repasa una gran variedad de comercios y como curiosidad, dedica el último capítulo a una tienda ya desaparecida, pero que sigue físicamente, con otro uso comercial: la antigua joyería de Bartolomé Ghiara, que estaba en la calle Granada con calle Santa Lucía y fue creada en 1852. Fundada por el platero y joyero italiano Juan Ghiara, su hijo Bartolomé se casó con una tía abuela de Picasso. «La Reina Victoria Eugenia vino a comprar aquí, es la única tienda que conserva los frescos, que hubo en muchísimos comercios», cuenta. Por suerte, el establecimiento ha recuperado la fachada original y mantiene los frescos. Hoy acoge una tienda de gafas.

Comercios Históricos Malagueños, que aporta datos que desconocían hasta los propios dueños de los negocios, incluye una selección de anuncios comerciales antiguos y una reproducción de la primera guía telefónica de Málaga, de 1888, con solo 132 abonados y un radio de acción de diez kilómetros.

Un trabajo único, fruto de muchos meses de trabajo. La vida detrás del mostrador.