Quizás algún malagueño que pasee por los denominados Jardines de Picasso en la Prolongación de la Alameda o Avenida de Andalucía y que antaño formaban parte de La Aurora, donde tenían su sede varias industrias lamentablemente desaparecidas, después de contemplar y admirar los centenarios ficus de raíces que emergen de la tierra y se enredan en el tronco, se fije primero en el monumento a Picasso, obra del escultor Miguel Ortiz Berrocal, y después, un poco desplazado hacia el sur, frente a la construcción del que hasta hace poco fue conocido como el Edificio Negro y que ahora es blanco, encuentre una extraña estructura metálica en forma de árbol.

La única referencia que aparece en la peana sobre la que descansa el original árbol es el año en que se colocó en el lugar: 1979.

Los malagueños que remonten su memoria al citado año seguramente recordarán su origen e incluso el día en que se plantó.

Uno de esos malagueños es el autor de estas líneas que, por razones profesionales, estuvo en el acto, e incluso conserva un escudo o pin de solapa que se entregó a los asistentes al acto. Para mejor información, este trabajo está ilustrado con una fotografía actual del original árbol y una reproducción fotográfica del pin en el que con la ayuda de una lupa puede leerse el texto. Alrededor de la reproducción del árbol figuran las siguientes palabras: «Mobile. Málaga. 1979. Sister Cities (ciudades hermanas)». Y bajo una reproducción del árbol metálico. «Friendship Tree (Árbol de la Amistad)».

El hermanamiento

El hermanamiento data del 23 de febrero de 1965, o sea, hace medio siglo largo. En aquella fecha, cuando se materializó el hermanamiento de las dos ciudades, el alcalde de Málaga era don Rafael Betés Ladrón de Guevara, que antes había desempeñado el puesto de jefe de protocolo del Ayuntamiento.

El origen del acuerdo de hermanamiento se basa en la presencia del malagueño Bernardo de Gálvez en aquella zona en los decisivos años de la independencia norteamericana, cuando la ciudad se denominaba Mauvila. Fue en una época que se pusieron de moda en media España los hermanamientos de ciudades españolas con otras de naciones europeas, americanas y de otros continentes.

Málaga, además de Mobile, se hermanó años después -en 1987- con la ciudad alemana de Passau, en la baja Baviera. Estos hermanamientos se extendieron por media España, permitiendo a alcaldes y ediles viajar a esos lugares a cargo del erario municipal. La moda se prolongó durante varios años. Creo que Málaga estuvo a punto de hermanarse con Manila, capital de Filipinas. No recuerdo si se llegó a producir.

Los promotores de los hermanamientos actuaron, digamos, con cierta frivolidad. Nos hermanamos, por ejemplo, con Sao Paulo (Brasil), intercambiamos unos nombramientos en pergaminos enmarcados en lujosos marcos dorados, brindamos por la prosperidad de los dos… y nos corremos una juerga. A los dos o tres años no nos acordamos del compromiso contraído y san se acabó.

En el caso concreto de Málaga-Mobile el hermanamiento tuvo cierto relieve y continuidad; con los alemanes, de vez en cuando se reanudan los reencuentros con viajes de unos y otros a las dos ciudades. El año pasado se conmemoró el treinta aniversario del acuerdo.

Recibimiento

De Mobile tengo dos casos que recordar; uno, el apuntado en párrafos anteriores con la ceremonia civil de la representación del municipio norteamericano en los Jardines de Picasso, colocación del Árbol de la Amistad, discursos, intercambio de plácemes, Banda Municipal, fotógrafos, periodistas y curiosos, esos que no faltan nunca, lo mismo para aplaudir a una estrella del deporte o del cine, a un político o para ver cómo una ruidosa máquina ataca al pavimento para abrir una zanja o para desatorar una alcantarilla. Hay gente pa tó.

En uno de aquellos intercambios, tal vez coincidiendo con un aniversario o porque se estableció un calendario de visitas que se estaba cumpliendo con regularidad, la representación malagueña que se desplazó a Mobile se limitó a dos personas, el teniente de alcalde don Ramón Jiménez Sánchez-Morales, y el jefe de protocolo del Ayuntamiento de Málaga, don Alfonso Prini. Fue precisamente Prini el que me relató el viaje y estancia en Mobile que anda por los doscientos mil habitantes.

Comunicaron por telegrama o por teléfono su llegada: día tal, tal hora, nombre de la compañía aérea, nombres de los dos enviados… Todo perfectamente organizado.

Cuando el avión tomó tierra y se abrieron las puertas para bajar a tierra, Ramón Jiménez y Alfonso Prini se encontraron con la sorpresa de un recibimiento de película. Un nutrido grupo de personas entre las que se encontraban miembros de la municipalidad, jóvenes de uno y otro sexo ondeando banderitas españolas y las majoretes con sus vistosos atavíos, pompones y falditas cortas, hiciera frío lo calor. Tras la espectacular bienvenida, el Welcome en dos o tres lábaros, fueron invitados a subirse a un coche descubierto para trasladarse al centro de la ciudad.

Me confesó Alfonso Prini el bochorno que sintieron los dos al ser agasajados de forma tan espectacular. Todo fueron atenciones, saludos, abrazos… Representaban a una ciudad hermana, porque en Mobile, como en muchos lugares del mundo, un hermanamiento es algo muy serio, duradero, como los hermanos de carne y hueso.

Han pasado bastantes años de aquella visita y mi pregunta, cuya respuesta tiene nuestro Ayuntamiento, es si el hermanamiento sigue vivo o se ha archivado como el del Parque de los Cuentos para el antiguo convento de la Trinidad, que eso sí que fue un cuento de la Junta de Andalucía.

Me da la impresión que en Málaga solo queda el Árbol de la Amistad, aislado sin leyenda alguna de su significado, y un colegio público en la plaza Conde de Ferrería, en el sector de Martiricos, que lleva el nombre de Ciudad de Mobile. No sé si los alumnos que pasan por este centro tienen idea de dónde está Mobile y por qué el centro en el que estudian lleva el nombre de una ciudad que está en el estado de Alabama.

En la firma del documento de 1965 por el que se formalizaba el acuerdo de hermanar las dos ciudades se determinó que Málaga daría el nombre de Mobile a un colegio público, y que Mobile haría lo propio poniendo el nombre de Málaga a un centro de enseñanza en aquella ciudad. El de Málaga persiste; supongo que el de Mobile también. Nuestra ciudad regaló una réplica de la popular figura de El Cenachero.