El padre Vicente Luque será el próximo sábado uno de los concelebrantes en la ceremonia de beatificación del sacerdote jesuita Tiburcio Arnaiz (Valladolid, 1866-Málaga, 1926), para la que se esperan unas 10.000 personas. El padre Luque, que también escribió la biografía del próximo beato, un libro de más de 800 páginas publicado en 2009 que se encuentra agotado, se resta importancia en su papel como vicepostulador de la causa de beatificación, después de 28 años de proceso y prefiere resaltar las virtudes del religioso vallisoletano, estrechamente vinculado a Málaga.

¿Cómo se siente ante la próxima beatificación del padre Arnaiz?

Yo solo he hecho el traslado a su nueva sepultura y promover el monumento que se le levantó en Málaga. El padre Arnaiz lo merecía. He estado aquí y he salido al paso de las cosas que había que hacer, nada más.

Usted nace en 1926, meses antes del fallecimiento del padre Arnaiz y vive en la residencia en la que él vivió. ¿Eso le ha podido encaminar a este trabajo de vicepostulador?

En realidad llegué a Málaga, después de unos años en Cádiz y Jerez, en 1988, y me propusieron llevar a cabo cuatro tareas, una de ellas la del padre Arnaiz.

Dos años más tarde, el entonces obispo Ramón Buxarráis introduce la causa y comienza la recopilación de material y testimonios en la Diócesis de Málaga.

Hicimos aquí un proceso diocesano y fueron unas 50 personas a declarar y cerca de 80 que no declararon ante el tribunal pero sí ante el notario eclesiástico.

El siguiente paso fue enviar todo lo recopilado a Roma.

El proceso diocesano terminó en el 94 y se mandó a Roma al año siguiente. Todavía recuerdo cuando en la iglesia tuvo lugar la clausura y luego la preparación de las cajas con todo el material.

Y es el Vaticano el que en diciembre de 2017 valida la recuperación milagrosa de un malagueño que sufrió un infarto y tras 10 minutos sin oxígeno no tuvo daños cerebrales, pese a que así lo indicaban las pruebas radiológicas.

Sí, todavía vive. Los médicos dijeron que no era normal después de estar ocho días en coma y tras muchas complicaciones. Cuando lo llevaron a planta no quedó ninguna huella. Intervino bastante el doctor Malpartida que entonces era el responsable de la parte médica en el Carlos Haya.

Para la beatificación en la Catedral se esperan unas 10.000 personas que han sido acreditadas.

Sí, habrá pantallas fuera y dentro creo que cabrán unas 3.000 personas.

¿Usted concelebrará la misa?

Sí, pero todos los sacerdotes que quieran pueden concelebrar.

La asociación de misioneras de las doctrinas rurales, fundada por el padre Arnaiz, estará también presente. ¿Cuántas hay en la actualidad?

Ahora mismo hay 15, dos de ellas muy mayores. Son muy eficaces y siguen la pauta que el padre Arnaiz dejó al pie de la letra.

Para las personas que no conozcan al padre Arnaiz, ¿qué diría de él?

Ahora ya que tiene tanta fama y está en todas partes, habría que hablar que cuando él vivía estaba entregado al apostolado totalmente. Ya tenía fama de santidad: cuando el padre Arnaiz pasaba por la calle la gente se le quedaba mirando. En una ocasión en que unos cocheros estaban tomando su comida en la plaza de San Francisco, apareció el padre Arnaiz y uno de ellos dijo: «Allí va el cura santo».

¿Fama de santo por la entrega a los demás?

Y porque se veía en él algo. En el proceso diocesano participaron testigos con 80 años que habían conocido al padre Arnaiz cuando tenían 13 y recordaban ese halo de santidad, que habían visto muchos sacerdotes buenos pero como él no; incluso en Roma, a este propósito, una psicóloga dijo que a esa edad, 13 años, los chicos ya se dan cuenta de la vida. Entre las dotes extraordinarias que tuvo el padre Arnaiz se habla también del conocimiento de la conciencia de mucha gente: antes de que le hablaran ya sabía qué le iban a decir, pero también hay dos posibles casos de bilocación. En el primero de ellos, le habían llamado a dar unas prácticas de retiro las reparadoras, pero al mismo tiempo tenía que predicar aquí, en el Sagrado Corazón. Una de las religiosas quiso verle predicar, se vino aquí y estando predicando en el púlpito del Sagrado Corazón, estaban oyéndole en las reparadoras. Se pudo comprobar. Hay otro caso de un chiquillo que estaba enfermo en la cama, su madre había salido, se presentó el padre Arnaiz y le dijo que se levantara y luego él se fue. El chiquillo se puso en pie y cuando vino la madre le explicó lo que había pasado, acudió en seguida aquí a ver al padre Arnaiz y le dijeron que estaba fuera, en una misión. Parece que es una bilocación bastante clara.

Para la beatificación hacía falta un milagro y para la canonización, otro más. ¿Confía en que ese segundo milagro llegue y que el padre Arnaiz pueda ser santificado?

Sí. Además creo que el tener aquí, en esta iglesia, al padre Arnaiz es para Málaga un don de Dios. Eso hay que reconocerlo y darle gracias al Señor.