Hacer un campus sostenible, inteligente y habitable es el objetivo principal del Vicerrectorado de Smart-Campus de la Universidad de Málaga. Bautizado así desde hace dos años, el anteriormente llamado Vicerrectorado de Infraestructuras y Sostenibilidad se ha encargado, basándose en la aplicación de nuevas tecnologías, de funciones referidas al mantenimiento y adecuación de los edificios y espacios universitarios con base en la sustentabilidad.

Para ello, entre diversas actividades y proyectos I+D+i, ha creado el I Plan Propio de Smart Campus, una «acción novedosa» que surgió desde la dirección de gobierno de la UMA, según explica Patricia Mora, directora de secretariado del Vicerrectorado de Smart-Campus. «Crear prototipos y proyectos que se puedan aplicar en el mismo campus y que, al mismo tiempo, la comunidad universitaria se implique poniendo el conocimiento a favor de la creación», indica Mora como principal meta del proyecto.

«Que seamos nosotros mismos como universidad los que creen esos prototipos e ideas nuevas en vez de contratar entes del exterior», reclama sobre el Plan Propio José Antonio Santoyo que, junto a Rocío Mora, son los investigadores de Smart-Campus que se han dedicado a gestionar este proyecto. Para ello, según manifiesta el investigador, es imprescindible la participación del estudiante mediante el trabajo interdisciplinar en el que se fusionen varias áreas de conocimiento para enriquecer el proyecto. Como requisito indispensable, los grupos de trabajo deben estar formados por al menos dos alumnos de la UMA de distintas ramas de estudio y un profesor como figura profesional que guíe, revise y oriente en el proceso de creación.

Cada grupo realiza un prototipo que se adapte a las necesidades de la comunidad universitaria. Por eso, según la investigadora Rocío Mora, «al ser un proyecto de los propios usuarios que habitan el campus lo van a hacer a su medida».

En febrero de este año se presentó la iniciativa para dar a conocer este Plan Propio y así animar a la participación a partir de unos requisitos que siguiesen las líneas estratégicas del Vicerrectorado, con una capacidad de elección entre casi una decena de líneas temáticas. Tras un plazo de mes y medio, la iniciativa tuvo un gran éxito ya que se presentaron 58 propuestas de las que se escogieron 18 que finalmente fueron 15 por la unión de 3 de ellas, tras un proceso «muy duro» en el que se llegó a pedir ayuda y asesoramiento de agentes externos y profesores expertos de la propia universidad que se ofrecieron de forma altruista, indica el investigador. De hecho, se creó una comisión del propio Vicerrectorado y otra comisión de expertos que ayudaba en las diferentes áreas temáticas para tener una visión experta.

A final de junio se hizo un ranking y los 252.000 euros más 100.000 en prototipos e infraestructuras con los que contaba el Vicerrectorado se repartieron entre los diversos proyectos dependiendo del presupuesto que requería cada uno. «No es lo mismo investigar en algo tecnológico de última generación que cuesta mucho dinero a invertir en mano de obra», expone Santoyo. Se han encontrado prototipos que han requerido desde los 10.000 hasta los 100.000 euros, aunque según aclara la investigadora «prácticamente, casi la totalidad de los proyectos han pedido una financiación para realizar el prototipo que se ajustaba a los marcos de la realidad que querían hacer».

Entre las iniciativas más llamativas se encuentran un sistema de reserva de sitio en la Biblioteca General de la UMA, la producción de aceite a través de los propios olivos del campus, aumentar los niveles de felicidad de la comunidad universitaria o una plataforma inteligente que abogue por el uso de bicicletas con el fin de descarbonizar el ambiente para hacer un campus saludable.

Cada proyecto, desde el pasado septiembre, tiene un año de ejecución del prototipo hasta octubre de 2019. Mientras tanto, los investigadores de Smart-Campus hacen un seguimiento de evaluación. «Algunos son escalables y en un futuro se pueden realizar más allá del campus», apunta Mora respecto a los prototipos. Incluso algunos como el de Micro Almazara en el Huerto Docente de la UMA se está desarrollando en este momento y ya ha producido los primeros 175 litros de aceite obtenidos de las aceitunas de los olivos del campus.

El Vicerrectorado Smart-Campus también organizó una jornada para que los diversos grupos de cada proyecto se conocieran y así conseguir una sinergia entre ellos para que se complementen. «Casi todos los proyectos han visto nuevas líneas de trabajo al interaccionar con otros», confirma Rocío Mora tras el éxito de dicha actividad.

El equipo de Smart-Campus destaca la alta participación, además de la gran implicación por parte de los participantes y la buena aceptación a coste cero. El trabajo personal no está valorado, dice la directora de Secretariado: «Ver que la gente se implica de esta manera y de forma altruista ha sido muy gratificante, también por la gran carga que ha tenido el Vicerrectorado». «Hay gente que ya nos está llamando para saber cuándo se va a repetir», declara Santoyo, quien se muestra con gran optimismo junto a su equipo para repetir este Plan Propio Smart-Campus. Un primer objetivo cumplido que hará del campus un lugar más habitable.