Amenazas, insultos, peleas verbales que las redes sociales deforman y amplifican, burlas a alumnos con necesidades especiales, vídeos que van de grupo a grupo de Whatsapp... Son conflictos que los jóvenes no saben gestionar, que afectan a su estado de ánimo, a su rendimiento y a su vida en general y que, en algunos casos, concluyen en denuncias o incluso en agresiones físicas. Los centros educativos conviven con estas situaciones y muchos ya están usando una herramienta muy útil, que se traduce en un aprendizaje fundamental para el desarrollo de los menores. Hablamos de la mediación, un instrumento que «viene a producir un cambio social respecto a cómo entender un conflicto, pero sobre todo en cuanto al cómo resolverlo».

Así define este sistema la Red Malagueña de Mediación Escolar, formada por varios institutos de la capital que actúan como promotores y cuyo objetivo, además de intercambiar experiencias, es que la cultura de la mediación se extienda. Este curso el IES Jacaranda de Churriana es el coordinador de este Proyecto Intercentros que, aunque nació impulsado por la ONG Asociación Cívica para la Prevención (ACP), hoy se está llevando más al lado educativo con el apoyo de la Delegación de Educación y el Centro de Profesorado de Málaga (CEP).

La red de la capital, constituida hace seis años, está integrada por los IES Jacaranda, IES Puerto de la Torre, Juan Ramón Jiménez, Salvador Rueda, Manuel Alcántara, Portada Alta, Pablo Picasso, Universidad Laboral e Isidoro Sánchez. Los profesores participantes, junto a los del resto de redes de mediación de la provincia, celebraron en marzo en el CEP las primeras Jornadas de Mediación con un centenar de asistentes. Ahora, preparan las segundas para el 7 de noviembre con el objetivo de constituir y consolidar una gran red de mediación.

«Nuestra gran demanda es que los programas de mediación estén recogidos en normativa de forma clara como otros», explica Alberto Narbona, coordinador en el IES Jacaranda junto a la profesora Elena Campano. Ambos confirman que la convivencia ha mejorado mucho desde que utilizan la mediación y este curso, por ejemplo, los alumnos de este centro de Churriana han mediado con éxito en más de 50 conflictos. Porque, en este sistema, la red y los profesores son sólo los promotores pero los protagonistas son los estudiantes, «que dan el paso de convertirse en mediadores con deseos de cambiar la realidad social y comenzar a solucionar los conflictos de manera diferente».

Para ello, los alumnos reciben formación según el nivel. El objetivo es que los de 1º de ESO aprendan a detectar y prevenir conflictos, que tengan un primer contacto con la mediación. Los de 2º ya aprenden todo el protocolo y realizan casos prácticos y simulaciones para comenzar a mediar, mientras que los de 3º y 4º se encargan de los casos más complejos. En el Jacaranda son unos 70 los que se apuntan a principio de curso para ser mediadores pero al final suelen quedar unas 8 0 10 parejas. «Se sienten útiles y les da prestigio dentro del grupo», detalla el profesor Narbona, que añade que al mediador se le pide que sea un «modelo» para el resto.

Pero, ¿cómo es el proceso de mediación? El primer paso es comunicar el conflicto, lo que se realiza de forma anónima -ya que todo el proceso es confidencial- a través del buzón de mediación que se abre frecuentemente. A continuación, los coordinadores asignan una pareja de alumnos mediadores que ayudarán a las partes a resolver el problema. Un proceso que requiere tiempo y que varía en función del tipo de conflicto. Finalmente, todo queda registrado por escrito y se realiza una supervisión para comprobar que no queden flecos sueltos.

Este es el camino, pero aún queda mucho por hacer para extender la cultura de la mediación escolar, un instrumento cuyo potencial reside en que los alumnos que hoy la practican se convertirán en adultos con más habilidades sociales como la empatía y que aplicarán en su día a día esta forma de resolver los conflictos.