Los días previos hubo cierto revuelo al constatar que el acuerdo entre el PP y Ciudadanos no llegaba. Era entonces cuando empezó a especular con la posibilidad de que en el pleno de investidura celebrado ayer pudiera producirse una suerte de sorpresa que hiciera tambalear los cimientos de la ciudad. Nadie se sorprendió de nada porque a las 12:29 horas Francisco de la Torre quedó investido de nuevo como alcalde de Málaga y dio comienzo su sexto mandato consecutivo al frente de la ciudad. Con una leve sonrisa y portando el bastón de mando se plantó frente a una jauría de fotógrafos que inmortalizaron el momento. De la Torre no es de los que se les arruga el rostro bajo presión. Tampoco se dejó llevar por la justificada euforia que debía sentir al constatar que encara una eternidad política que logra llevar mejor que ningún otro político. En Huelva, Pedro Rodríguez dijo que se tenía que presentar a la alcaldía tras 20 años al frente del Ayuntamiento, que si no venía el desastre, y los onubenses les mandaron al pito de paseo. En Málaga, el hombre que lleva prácticamente el mismo tiempo dejando sus huellas en la ciudad aumentó la cuenta de resultados electoral. Ahí está la diferencia.

Por lo demás, el pleno de ayer se resume en 120 minutos de acto protocolario. La hora para dar comienzo a la ceremonia eran las 12:00 horas. Mucho antes, los alrededores del Ayuntamiento ya advertían en cliché de acontecimiento importante. Los concejales y familiares de los concejales aparecieron en escena. Mucha foto y muchos besos. Algún que otro traspié inocente provocado por unos tacones que bien se prestaban a ser utilizados como defensa. La expectación mediática fue enorme. Y eso que la firma nocturna del acuerdo, apenas 14 horas antes, le restó cierta adrenalina a la votación que luego se llevó a cabo en secreto.

El futuro de Juan Cassá, parece. Una vicepresidencia, quizá. ¿Retiro dorado? Después de la exhibición que ha firmado estos días jugando al escondite, fue de los más buscados. De entrada, el pleno supuso también su reaparición. Un hecho extraordinario. Al fin y al cabo, llevaba sin verse mucho por estas latitudes. Fue abordado con todo tipo de preguntas, pero no hubo fluidez excesiva en sus respuestas. Había cierto morbo en observar su comportamiento durante el desarrollo del pleno. Mostró la misma pasión con la que uno saluda a un horizonte nuevo e ilusionante. Su cuerpo estaba presente, pero su mente parece transitar ya por otros lugares, con vistas directas al mar. La Diputación, por ejemplo, donde su móvil recuperará la cobertura. ¿Cuántas peticiones de entrevistas se habrán estrellado contra la voz robótica del contestador automático? La crítica que ha recibido por los resultados era adecuada. El como se han cebado algunos con él en el plano personal desde el 26M retrata las ansias de sangre de mentes no muy equilibradas. No colapsó en absoluto Daniel Pérez. Después de necesitar algo de oxígeno en la noche electoral, luce ya repuesto. La creencia es un arma poderosa y él se ve alcalde. Investido, en este caso, en 2023. Para entonces se acabó la era De la Torre, aunque esta verdad dicha así ya parece una gran mentira. En la bancada de la izquierda al PSOE, sigue luciendo un seguro de vida como Eduardo Zorrilla. Está la duda de cómo aguantará el temple sin Remedios Ramos. En 2015, Málaga Ahora empezó a merodear el Ayuntamiento. No se les echó de menos ayer, para qué engañar. Sin agresividad se vive y hace política mejor.