Si nos remontamos unos cuantos siglos, el nacimiento del barrio de Huelin habría que achacárselo, aunque fuera de forma indirecta, al Rey Sol, Luis XIV. Aunque según la leyenda negra España ha sido un ejemplo de intransigencia religiosa, lo cierto es que se comportó como el resto de reinos de su tiempo.

Así, a finales del XVII el monarca francés suprimió la libertad de culto en sus posesiones y 70.000 hugonotes (calvinistas franceses) tuvieron que tomar las de Villadiego y dejar Francia.

Muchos de ellos dieron el salto al Reino Unido. Esto explica que el primer Huelin que pisó Málaga, hacia 1770, hubiera nacido en Southampton. En Málaga, por cierto, se convirtió al catolicismo cuando conoció al beato capuchino Diego de Cádiz.

Un nieto de este Huelin inglés, Eduardo Huelin, fue quien montó la fábrica de azúcar en el Camino del Palodulce, y quien levantó un barrio para que los obreros de su fábrica y las vecinas vivieran mejor. En lugar de hacinados, estarían en casas individuales con alquileres bajos, pero además, el barrio contaría con médico, escuela, capilla, tiendas de alimentación... Esa primera capilla, por cierto, sería el germen de la iglesia de San Patricio.

Es muy posible que los contactos de este Huelin malagueño con Inglaterra pero también con Estados Unidos le animaran a proporcionar un barrio digno a los trabajadores.

A pesar del gran cambio urbanístico experimentado en la zona de Huelin en nuestros días, todavía permanecen estas primeras vías del barrio primitivo, cuyas calles don Eduardo cedió al Ayuntamiento en 1875.

Una de ellas, pequeña y peatonal, lleva desde 1887 el nombre de uno de los escritores más singulares y excéntricos (alejados del centro) de nuestra literatura: Villarroel, en homenaje a Diego de Torres Villarroel.

Volvemos a sacar a colación la calle Villarroel en esta sección por el estupendo trabajo de los vecinos, que la han transformado en un vergel al aire libre, gracias a la cascada de macetas y macetones que adornan esta pequeña vía peatonal.

En su escueto trazado, de Héroe de Sostoa a calle La Hoz, donde ya asoma el mercado de Huelin, el paseante tendrá la sensación de estar paseando por un tranquilo y bellísimo pueblo de Málaga, por mucho que los coches zumben arriba y abajo de la calle.

Recuerda esta vía, aunque tenga más plantas, a la calle Anita Adamuz, junto al Arroyo de los Ángeles, de la que hablamos hace unas semanas y que también ha sido mejorada con tiestos por los vecinos.

La de Villarroel es un paréntesis con flores en el ajetreo diario, un logro colectivo hecho con cicas, helechos, aspidistras, difenbaquias, costillas de adán... una exposición de plantas de interior asomada a la calle que alegra la vista, embellece y humaniza este rincón de Huelin.