La fiesta pagana por excelencia, la que en el mundo antiguo celebraba el momento del año con más horas de sol, el solsticio de verano, fue transformada por la Iglesia en el día de uno de sus mayores representantes, San Juan Bautista. El paso del calendario juliano al gregoriano produjo un baile de fechas y por eso hay dos días de diferencia entre el solsticio de verano y la Noche de San Juan.

Desde que la Iglesia lo dispuso, lo pagano y lo religioso se mezclan en esta celebración de júas y hogueras, que en Málaga tuvo ayer por la tarde y anoche su punto central en la playa de la Misericordia, donde el área de Fiestas instaló, a la altura de la Glorieta de Mayo, un simbólico júa de ocho metros de altura contra el hambre en el mundo. Algo más de dos horas antes tuvo lugar un espectáculo musical y a la medianoche, la quema del júa con tracas, lanzallamas y tras la quema, doce minutos de fuegos artificiales disparados desde espigón de La Térmica.

En todas las playas de Málaga se repitieron los brindis, los saltos y el baño en el mar para pedir salud, amor, trabajo... lo que tercie. Rituales de una noche que entronca con la de hace miles de años.