Acostumbrado a hacer opíparos negocios inmobiliarios, el avispado gobernador de la Málaga del XIX, Antonio María Álvarez, ideó un pasaje lleno de viviendas y locales, sobre el terreno del antiguo Convento de las Agustinas, que estaba asomado a la actual plaza de la Constitución.

De esta obra contemporánea de Isabel II nos ha quedado, no sólo el pasaje, sino también parte de la portada del convento, que don Antonio María tuvo el detalle de no mandar demoler.

Eso sí, hay tan pocos malagueños que conocen el Pasaje de Álvarez como el paseo de Salvador Rueda, pues los dos han pasado a la posteridad, respectivamente, con los nombres del Pasaje de Chinitas y el Camino Nuevo.

Además del Pasaje de Chinitas, tenemos el de Campos, detrás de la casa natal de Pablo Ruiz Picasso y el Pasaje de Heredia, asomado también a la plaza de la Constitución, que el famoso Manuel Agustín Heredia abrió sobre la parcela donde estaba la antigua cárcel de la ciudad.

Mucho menos conocido es el Pasaje de Clemens, una calle sin salida que desemboca en la calle Victoria y que no ha perdido su aire decimonónico desde que fue diseñado por el famoso arquitecto José Trigueros.

El promotor del pasaje fue el comerciante de vinos y frutos secos Juan (o John) Clemens Young, nacido en Londres y que vivía en la actual Alameda de Colón (en su época, Alameda de los Tristes). De él se sabe que fue además copropietario de la fábrica de licores El Carmen, en El Perchel, que montó con Adolfo Príes en los terrenos de la antigua huerta del convento carmelita de San Andrés.

El señor Clemens construyó hacia 1870 este pasaje, y durante la construcción. Ahora sabemos mejor que entonces que toda esa zona, de la desaparecida Puerta de Granada hacia arriba, por la parte pegada a la ladera de Gibralfaro, era una importante zona de enterramiento y centro religioso de la ciudad islámica, y precisamente por ese simbolismo, tras la conquista de Málaga las autoridades cristianas decidieron urbanizar ese área con la nueva calle de la Victoria.

De la riqueza arqueológica de la zona también nos dan buena prueba las mezquitas funerarias de calle Aguas.

El Pasaje de Clemens, con sus edificios idénticos y el original y elegante banco semicircular que lo cierra, comunicaba en los inicios con la zona de la plaza de Santa María y Mundo Nuevo, pero luego quedó 'confinado' y convertido en pasaje sin salida, que es casi una contradicción en sí mismo.

Se trata de un rincón cargado de historia, muy poco conocido, que escasos grupos con guías turísticos habrán pisado en los últimos 20 años, si es que lo han hecho. Aquí tenemos otro punto de Málaga digno de visitarse.