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El balneario más antiguo está en el Centro

En el interior de un garaje y asomado a la calle Marqués de Valdecañas, sobrevive el templete original de los Baños de Las Delicias de 1842, por el que pasó la Reina Isabel II

El balneario más antiguo está en el Centro

Hace unos días, en una simbólica ceremonia, el Gobierno central y la Junta de Andalucía escenificaron el regreso de los terrenos del Balneario del Carmen al regazo estatal.

En realidad, nunca se fueron de allí, aunque cierto es que unos responsables excesivamente generosos hace algo más de un siglo otorgaron una concesión de cien años a la Sociedad Parque Balneario Nuestra Señora del Carmen.

Como desde 1918 llovió bien poco pero pasó de todo, con absoluta seguridad habrá que despedirse de estas concesiones tan prolongadas en el tiempo y como muestra, los 15 años de prórroga que confía en obtener el restaurante, lo único que hasta ahora cuenta con una concesión.

El comprensible jolgorio institucional por la reversión de los Baños del Carmen al Estado se vio empañado, por cierto, por la metedura de pata de los organizadores, que no invitaron oficialmente a la Asociación de Vecinos de Pedregalejo, que lleva cuarenta años peleando porque los terrenos sean públicos con una constancia ejemplar y además, gratis et amore. En la mesa instalada para la ocasión faltaron algunos de los protagonistas principales de esta historia.

Olvidos protocolarios aparte, tan loable ceremonia refuerza en el imaginario popular el que este espacio de Pedregalejo, emplazado en la antigua playa de San Telmo, sea el único superviviente de los baños que se instalaron en la Málaga del XIX y el XX. Ni mucho menos es así.

Cierto es que pasaron a mejor vida los baños de Apolo, Diana, La Estrella o los Baños de Ortiz, que estaban en la calle Casapalma y que de forma tan minuciosa han sido estudiados por la académica de la Historia Mari Pepa Lara.

Pero en realidad, un antepasado bastante veterano del Balneario del Carmen lo encontramos en el Centro Histórico, lo que ocurre que oculto al público porque se encuentra integrado en un aparcamiento privado, y a no ser que uno sea cliente del garaje Las Delicias, se quedará sin poder admirarlo.

Hablamos, claro, de los Baños de Las Delicias, construidos por Antonio Trigueros hacia 1842, de los que era dueño Antonio María Álvarez, el poderoso gobernador de Málaga que también era dueño de la plaza de toros anterior a la de La Malagueta, aparte del creador del Pasaje de Chinitas. Un auténtico ejemplo de político-empresario del XIX que hoy vulneraría la ley de incompatibilidades.

De los históricos Baños de Álvarez, en la calle Marqués de Valdecañas, queda el precioso templete de columnas de mármol, por donde entró la Reina Isabel II en su visita a Málaga en1862 para asistir a una corrida de toros en la vecina plaza de toros, que estaba en el mismo «complejo de negocios» de Álvarez, que hizo caja con la demolición del convento franciscano de San Luis el Real.

Un precioso monumento de Málaga oculto a la vista y cerca de 75 años anterior a los Baños del Carmen. ¿Nadie se plantea recuperarlo para la ciudad?

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