«La Alameda, como Afrodita, nació del continuo besar de las olas sobre la arena», con esta poética frase explicaba el origen de lo que hoy es conocida como la Alameda Principal, Francisco Bejarano Robles, antiguo archivero del Ayuntamiento de Málaga, haciendo referencia al continuado asentamiento de arenas del río Guadalmedina que mediante el efecto de la sedimentación permitió la formación natural de una amplia franja de terreno frente a la actual Puerta del Mar que llegó hasta el Castillo de San Lorenzo, localizado por el 1700 en la calle que hoy lleva su nombre. Este sería el espacio donde posteriormente, arquitectos, gobernadores y monarcas de la época darían luz al proyecto con el que comenzaría a tomar forma la céntrica vía. A pesar de las numerosas ambiciones por construir una alameda que al principio del siglo XVII caminaban por la capital malagueña, no fue hasta 1785 cuando se inaugurarían sus obras, bajo las pautas de un proyecto redactado por el ingeniero Fernando López Mercader. «Fue un trabajo que buscó inspiración en los Campos Elíseos o el Paseo del Prado de Madrid», señala Maribel Vila, directora del Archivo Municipal de Málaga.

Unos seis años después de ponerse en marcha las actuaciones, comenzaron a establecerse varias líneas de viviendas a ambos lados de la Alameda Principal, las cuales ya fueron reflejadas en el plano más antiguo conocido de la ciudad, conservado en el Archivo Municipal y que fue realizado por el cartógrafo ilustrado Joseph Carrión de Mula en el año 1791. El espacio se puso de moda y el entorno se convirtió en la milla de oro de la capital, un espacio de paseo y esparcimiento que hasta la construcción del Paseo del Parque, se posicionó como «esencial» para el recreo y disfrute de los ciudadanos en el centro histórico. «Las clases pudientes de la ciudad se instalaron en ella y era el lugar donde se codeaba la burguesía tanto industrial como comercial malagueña, así como las familias notables del ámbito político», explica Vila.

La evolución de esta vía trajo consigo numerosos cambios en su denominación, nombrándose en sus inicios como Alameda de Wilson y, posteriormente, Salón Bilbao, después pasaría a ser Alameda de Alfonso XII, de Pablo Iglesias e incluso Avenida del Generalísimo durante el franquismo. Inundada de fuentes en el siglo XIX y ya poblada por los actuales y famosos ficus, seguía latiendo como una de las zonas más privilegiadas de la ciudad. Años más tarde, ya entrado el siglo XX, su entorno se transformó en un espacio comercial, el cual se abrió al tráfico y donde se asentaron edificios que se han convertido en míticos para la historia malagueña, como es el caso de La Equitativa.

Las continuas remodelaciones que a lo largo de los años se han llevado a cabo, alejan más que nunca a aquellos tiempos en los que era una sencilla zona de paseo donde socializar, dando paso a un espacio modernista y comercial en el que lo peatonal se ha convertido en lo protagonista. Ahora, la reurbanización que durante los últimos años ha llevado a cabo del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, estrena una Alameda Principal con aires minimalistas e industriales que conviven con edificios burgueses y árboles centenarios. «Los cambios han sido muchos, pero el trazado de la Alameda Principal sigue conservando su aroma y encanto original», destaca Vila.

La nueva Alameda

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Acto de inauguración de la peatonalización de la Alameda Principal