Por unos 30 euros se puede adquirir una tijera ‘telescópica’ para podar ramas, con el fin de que el ejecutor de la maniobra, paradójicamente, no se ande por ellas y ejecute una poda rápida y eficaz.

Tan telescópica minucia contrasta con los millones de euros que maneja todos los años el Ayuntamiento de Málaga y que, sin embargo, no han sido suficientes para prever la visita a las instalaciones municipales de un jardinero armado con este instrumento. El objetivo era poner a raya la maleza en el patio delantero de la antigua cárcel, un edificio municipal desde el verano de 2012, cuando fue cedido (en aciaga hora) por la administración central.

Hace un par de días hablamos de la veterana tertulia, en la calle Virgen del Pilar, cuyos integrantes se apoyan en las verjas de la antigua prisión, y que tiene como ritual el lanzamiento de latas al patio de la cárcel.

Este rito dialéctico es el chocolate del loro al lado de la chapuza que nuestro Consistorio no ha sabido evitar, por no tener a mano unas tijeras de podar y un jardinero que las manejara con pericia.

Porque hay que volver a insistir en el desdén absoluto con el que nuestro Ayuntamiento ha mimado la entrada de esta histórica prisión de los años 30, hasta el punto de que se le ha desplomado un tramo de la verja por una torpeza digna de Pepe Gotera, y por supuesto de su fiel compañero Otilio.

Como sabrán por esta sección, pero también si pasean por la avenida de José Ortega y Gasset, dos enorme buganvillas han ido creciendo a su aire durante años en el patio delantero de la prisión hasta alcanzar proporciones de una película de Hollywood de superhéroes.

El aumento de peso de una de las buganvillas, la más próxima a los Palomares, ha ido tirando de la verja, hasta que un tramo entero ha acabado desplomándose, con la propina de un par de piedras del muro desprendidas en la vía pública.

Ha sido ahora cuando, ante la innegable evidencia, la Policía Local ha vallado la zona. Pero el cuerpo del delito, la buganvilla, sigue tan campante y sin podar, mientras la segunda, de las mismas hechuras, continúa tirando del segundo tramo de verja, el que da a la calle Valderaduey.

Quizás el Ayuntamiento ha concluido que es peor el remedio que la enfermedad y que las dos enormes bolas de ramas han terminado sujetando lo poco que de sujeción aparentan tener las verjas, por lo que ya lo mejor es no podarlas.

Coincide todo este pasotismo, que han culminado con el desplome, con el rodaje, la semana que viene, de una serie de televisión en la antigua prisión.

Debería estar alerta todo el elenco, porque si el interior está tan cuidado como por fuera, que se preparen.

Una cosa está clara: que se alejen de las buganvillas de la entrada. El Ayuntamiento lleva siete años sin poder comprar unas tijeras de podar.