Corrían los años cincuenta en Málaga. Tiempos de hambre, en los que las familias debían hacer malabares para poder tener algo que llevarse a la boca. Fue en ese momento cuando una familia de clase humilde y un deportista decidieron juntarse para crear un dulce que estuviese por encima de los que ya había en Málaga en aquel momento. Un dulce que fuese algo más que una torta seca con una almendra pegada en lo alto. Un dulce sencillo y asequible para el público malagueño. Así es como nacen las locas de la ciudad, todo un éxito de la repostería tradicional malagueña.

Por aquel entonces, María Jesús, conocida como 'Mari Tejeros', consiguió abrir su primer obrador, en la calle Tejeros del barrio de la Victoria. María Jesús había estado trabajando con Eduardo Rubio, un barcelonés que llegó a Málaga en 1950 para jugar como defensa del Club Deportivo Málaga y que tenía el oficio de pastelero.

Dos piezas de hojaldre rellenas de crema pastelera y un glaseado naranja decorado en su centro con media guinda. Esos son los elementos con los que Eduardo Rubio creó la loca. Unos ingredientes sencillos y económicos que permitieron la rápida popularización de las tortas en los sitios más humildes. De tienda en tienda y de bar en bar.

En ese momento sonaba una canción llamada «A lo loco se vive mejor», que fue la fuente de inspiración que dio nombre a estas tortas.

Manuel Ruiz, propietario de Tejeros, explica que al principio se amasaba a mano y el hojaldre se estiraba con el rulo, pero ya hay máquinas que hacen este trabajo. A pesar de esto, el proceso de elaboración de las locas apenas ha cambiado, pues a la hora de cortar los moldes se sigue haciendo a mano y la crema se continúa poniendo con una manga pastelera.

«En un momento específico Tejeros hizo un guiño a su gente y a la ciudad creando un dulce asequible y de mayor nivel. Su mayor accesibilidad, junto con el atractivo de su forma visual y su simpático nombre, han convertido a las locas de Málaga en algo genuino de la ciudad», explica Gonzalo León, que lleva la comunicación de Tejeros.

Icono malagueño

Las locas, junto con los espetos, el gazpachuelo y los camperos, representan uno de los iconos clásicos de la ciudad en lo gastronómico. Tejeros vende los dulces típicos de Málaga en los lugares de entrada y salida de viajeros. Por ello, cuenta con puestos en el aeropuerto, en la estación del AVE y en la Terminal de Cruceros.

El éxito de Tejeros y por ende de las locas radica, según Manuel Ruiz, en que no pierden su esencia. La empresa mantiene un compromiso constante con la ciudad de Málaga. «Se supone que las empresas conforme van creciendo van perdiendo su esencia y se van alejando de las tradiciones, pero Tejeros no, Tejeros sigue fiel a sus valores», comenta el propietario.

En Tejeros, además, le dan mucha importancia al diseño. Muchas cajas que envuelven en su interior los innumerables dulces que esta empresa crea están decoradas con elementos típicos de Málaga, como pueden ser imágenes de la Catedral o pinturas murales de la iglesia de San Juan.

Antes de llegar a Tejeros se puede respirar el olor de los dulces. Un olor que recuerda la historia de un dulce 'quitahambres'. La suma de unos ingredientes que supusieron una innovación en la ciudad y que han conseguido traspasar fronteras. Un dulce, en definitiva, que no pasa de moda.