En estos días, decenas de colectivos contrarios a la regresión de zonas verdes que desde el PGOU de 1983 al de 2011 ha sufrido la parcela de los antiguos depósitos de Repsol, continúan peleando porque todos los pisos, oficinas y el centro comercial proyectado dejen sitio a un gran bosque urbano en toda la pastilla. Sin duda, para muchos malgueños ajenos al mundo de la construcción y las finanzas, es la opción más sensata y necesaria en estos tiempos de precariedad climática.

Pero es que un servidor está convencido de que, con la rácana mentalidad de nuestros políticos, de haber gobernado la Málaga de finales del XIX, muchos de ellos habrían abogado porque, parte del futuro Parque se hubiera aprovechado para construir alguna urbanización modélica que hiciera de moderna puerta de entrada de la ciudad. Como no pudo ser entonces, en el siglo XX nos regalaron el exceso de bloques de La Malagueta, la Cruz del Humilladero y buena parte de la Carretera de Cádiz.

Pero aunque nuestros próceres practiquen en muchas ocasiones un ecologismo de salón y prefieran el pingüe ladrillo a un pino sin beneficios, Málaga tiene que bregar con un no excesivo pero sí valiosísimo patrimonio botánico.

Uno de los ejemplos más fotografiados y admirados es un exuberante ficus australiano que recuerda, por sus columnas de gruesas raíces trenzadas, el baldaquino de San Pedro del Vaticano, aunque en la versión vegetal las raíces sean mucho más barrocas que la obra original de Bernini.

El ficus australiano es un portento, un árbol de raíces aéreas delante del cual se para todo quisqui, sin necesidad de que sea un japonés con una cámara. Aunque en Málaga hay varios ejemplares notables, del que hablamos está junto a la antigua Casita del Jardinero mayor del Parque, delante de la Aduana y a dos pasos del Rectorado de la UMA.

Es precisamente desde este último edificio, la sede de Correos, desde el que se puede ver algo preocupante, pues si miran el ejemplar, todas las ramas parten hacia la izquierda, con la particularidad de que se trata de ramas centenarias, de gran longitud, que casi alcanzan la acera del Parque, mientras que en la parte derecha la carestía es llamativa,.

No es que el tronco se incline como la torre de Pisa, pues cuenta con gruesos soportes con estas raíces, una de las cuales incluso se ha formado fuera de la verja de la Casita del Jardinero. El problema es que todo apunta a un claro desequilibrio y se trata de un árbol inmenso y valioso.

Estamos seguros de que nuestro Consistorio toma medidas para que el ficus de Australia esté con nosotros largo tiempo, pues una cosa es que defiendan la operación inmobiliaria de Repsol y otra que descuiden aquello en donde ya no se puede construir y es un atractivo turístico, además de una maravilla natural.

Algo así terminaría siendo el bosque urbano en Repsol .