­Inmaculada ingresó en el Hospital Regional de Málaga la madrugada del día 6 con la certeza de que no tendría una habitación adaptada ya que sufre polio en las dos piernas y necesita una silla eléctrica para moverse. Sin embargo, con lo que no contaba es con estar tres días con el timbre con el que llama desde su cama a celadores y enfermeros roto. Una situación que ha sido resuelta por parte del hospital con el cambio de habitación y que la familia optó por solventar entregándole un silbato para hacerse oír.

La afectada tuvo que ir a Urgencias el pasado día 5 por un fuerte dolor abdominal y fiebre que le llevó a ingresar en el centro para realizar diversas pruebas. La madrugada del día 6, a las cinco de la madrugada, fue trasladada a una habitación en la planta de Neumonía. «Yo debería haber ingresado en Digestivo pero no había cama y me metieron donde pudieron», explicó a este periódico. La habitación no estaba adaptada para meter la silla y poder moverse con ella, por lo que necesitaba la asistencia de los profesionales sanitarios para todo. «Al principio funcionaba pero no sé qué pasó y la primera noche ahí estaba yo, sin que nadie me escuchara pegando voces y orinándome», expuso la afectada, de 61 años.

Aseguró que desde el primer momento el centro ha intentado arreglar el timbre pero no fue posible por lo que ha estado incomunicada todo el puente. Tres días ha durado esta situación hasta que un familiar, cansado de ver cómo estaba la afectada, optó el lunes día 9 por llevarle un silbato para que lo utilizara cada vez que fuera necesario. Aun así, Inmaculada no lo ha usado porque la noche del lunes, el hospital la trasladó a otra habitación en Traumatología. «Me he sentido indefensa. Si me pasaba algo no podía llamar cuando yo con mi silla soy totalmente independiente», expuso.

En esos tres días, la afectada propuso al personal de la planta que le dieran el teléfono de la planta para llamar desde su móvil, una opción que los profesionales descartaron. Además, aseguró que el personal solo pasaba por la habitación para dar la medicación, cuando le tocaba comer y las cuestiones habituales, sin tener en cuenta la situación de la paciente, según indicó. «Me preocupaba orinarme o quedarme sin suero», añadió.

También ha contado durante algunas horas con un compañero y acompañante, lo que ha podido solventar la situación en horas contadas pero la situación ha sido compleja gran parte del tiempo para Inmaculada, según indicó. «Mi hermano me trajo un silbato y no sé qué habló con los de la planta pero ese mismo día me buscaron ya otra habitación», sentenció. Ahora sí tiene timbre para llamar a Enfermería pero la habitación no está adaptada para que haya silla de ruedas. «Creo que solo hay una y cuenta con un paciente que está en aislamiento», explicó.

La gerencia hospitalaria, por su parte, expuso que los timbres de hospitalización, conocidos como llamada enfermera-paciente, «están funcionando con normalidad. No obstante, van a ser revisados por el servicio técnico, una empresa externa, para descartar fallos puntuales». En referencia a la paciente afectada, el hospital subraya que fue trasladada en la noche del lunes a otra planta «con el fin de intensificar sus cuidados».