Alguna vez, en esta sección, nos hemos preguntado qué sorpresas les aguardan a los arqueólogos del futuro, cuando, por ejemplo, dentro de veinte siglos localicen los cimientos del Centre Pompidou, quién sabe si acompañado por algún fragmento del cubo de colores, o traten de averiguar, ante la pérdida de referencias documentales, qué uso tuvo el auditorio de Monte Dorado-Mangas Verdes.

¿Algún arqueólogo dará en la tecla y afirmará que pudo servir para actuaciones de pandas de verdiales y para hacer botellón, una práctica muy extendida en la juventud de los siglos XIX y XX?

Sin necesidad de elucubrar, pues en nuestros días miles de malagueños todavía lo recuerdan, en el puerto de Málaga todavía sobrevive una 'pieza arqueológica' del antiguo morro de Levante: una escalinata aislada, sin comunicación con ningún sitio 'físico', poco antes de llegar a la Estación Marítima.

Como saben, la última ampliación portuaria de este siglo se llevó por delante el antiguo dique, el que se puso en funcionamiento en 1897, un año antes de la pérdida de Cuba y Puerto Rico.

Una glorieta presidida por una preciosa baliza que alertaba a los barcos era el remate de la obra. El que miles de malagueños recuerden un sitio tan aislado y metido en el mar se debe precisamente a eso, a su emplazamiento. Era el sitio escogido para pescar, pasear, contemplar las idas y venidas del Melillero y pasar un buen rato los fines de semana.

Famosa era la autocaravana que en los 80 despachaba hamburguesas y perritos calientes y famoso era el morro también por ser el sitio escogido para que las parejas pelaran la pava, una expresión que daba lugar a un abanico amplio de posibilidades, porque frente a las que hacían manitas, estaban las que hacían lo que podían en los coches, algunos de ellos con las ventanas pudorosamente cubiertas de periódicos o telas para evitar a los mirones.

Por cierto que esta glorieta final del dique sí se ha preservado: se encuentra integrada en la Estación Marítima, sólo que en una zona de seguridad, de ahí que muchos malagueños hayan dado por hecho que había desaparecido.

En la entrada del puerto por San Andrés, un poco antes del Cottolengo, sí podemos ver una de esas antiguas balizas, que como la del dique de Levante es de los años 40, calcula el historiador y experto portuario Francisco Cabrera. La baliza de San Andrés provendría o del antiguo muelle 9 de Poniente, desmantelado hace unos años para que maniobraran mejor los cruceros o bien de otro más pequeño.

Del morro de Levante, fuera de la zona de seguridad y por tanto a la vista de todos, nos queda también la escalera, un vestigio unido a recuerdos felices de muchos malagueños porque sus peldaños conducen de forma directa a su infancia y juventud.