Todavía hay quien tira toallitas húmedas por el inodoro, un residuo que tarda hasta 500 años en desaparecer y causa graves problemas para el medio ambiente y en las redes públicas de saneamiento y alcantirallado.

Ante este acto, que aún muchos creen que no sucede nada por tener la falsa creencia de que son biodegradables, la empresa pública de Abastecimiento de Aguas y Saneamiento de la Costa del Sol, Acosol, junto con la empresa gestora del ciclo del agua Hidralia han lanzado una campaña de concienciación contra el vertido de toallitas y otros residuos sólidos como bastoncillos, papeles, pañales, tampones o cualquier otro material.

Bajo el lema “El extraño caso de las toallitas”, la campaña busca concienciar a los usuarios de que el inodoro no puede ser utilizado como papelera, y se centra especialmente en las toallitas, por el uso generalizado de las mismas. Se difundirá prioritariamente a través de las redes sociales para llegar al mayor número de usuarios posibles, principalmente en los municipios de Marbella, Estepona y Manilva, donde ambas empresas trabajan conjuntamente, aunque se extenderá a toda la Costa del Sol.

Gestos tan sencillos como reducir el consumo de materiales difícilmente biodegradables, poner una papelera en el baño para tirar todos los residuos y dejar de utilizar el inodoro como papelera son algunas de las soluciones para combatir este y otros muchos hábitos que ambas compañías quieren erradicar. Una campaña de concienciación que se difundirá a través de elementos digitales, videos, mensajes, imágenes, consejos, además de carteles y folletos. No es la primera campañan que llevan a cabo; en 2017 ya hicieron otra sobre los efectos negativos de tirar este tipo de residuos al WC, centrada en cartelería y folletos, por su responsabilidad en el ciclo integral del agua.

Para comprender la magnitud del problema, Acosol recogió solo en el año 2018 hasta 2.100 toneladas de residuos procedentes del cribad y recogidas de las plantas depuradoras que gestiona la empresa. Unas cifras que muestran el daño al medio ambiente y a las infraestructuras de saneamiento y alcantarillado, sobre todo, en la zona de los cascos históricos, donde existe mayor concentración de viviendas.

¿Cómo funciona el sistema?

El sistema de desagüe de las ciudades se inicia en cada hogar y va a unirse con el resto de vecinos de la comunidad, donde comienzan los primeros atascos y cuya reparación supone un coste a los particulares, al ser instalaciones interiores. De ahí, pasa a unos colectores generales que están bajo las calles y que recogen el agua residual para llevarlas, en su caso, a las estaciones de bombeo que las conducen hasta las EDAR (Estación Depuradora). Todos los residuos - y en especial las fibras de las toallitas- pueden bloquear estas instalaciones por acumulación, provocando un mal funcionamiento del servicio. La acumulación de este residuo dificulta considerablemente la actuación en los sistemas de saneamiento, convirtiéndose en un verdadero “mostruo de las cloacas”, de costosa y difícil eliminación.

Todos los residuos - y en especial las fibras de las toallitas- pueden bloquear estas instalaciones por acumulación, provocando un mal funcionamiento del servicio. La acumulación de este residuo dificulta considerablemente la actuación en los sistemas de saneamiento, convirtiéndose en un verdadero “mostruo de las cloacas”, de costosa y difícil eliminación.