Ana María Salguero, Mariano García y sus cuatro hijos viven cada día como si fuera el 6 de agosto de 2017, el de la explosión de gas que destrozó su piso de la calle Guadiato, 4, en La Palma.

Pese a los dos años y medio transcurridos, y como no tenían en ese momento seguro de hogar, no han podido terminar de pagar las obras para devolver su casa a la normalidad. «No tenemos luz ni en los pasillos ni en los dormitorios y tenemos que dormir con muchas mantas porque sólo tenemos el termo eléctrico y la electricidad no llega», lamenta Mariano García.

A su lado está su mujer, que fue la peor parada por el accidente: le provocó un 42 por ciento de quemaduras en el cuerpo y tuvo que pasar 47 días en coma.

Un porcentaje parecido, 40 por ciento, es lo que dos años y medio después todavía le falta a la vivienda para acabar las obras. El motivo: Mariano, albañil de profesión, está en paro y Ana, sólo recientemente trabaja de teleoperadora y gana un sueldo, «pero no pasa de los 800 euros para seis personas», apunta el marido.

Cuando tuvo lugar el accidente, el alcalde visitó la vivienda y les prometió una ayuda que al final consistió en 2.000 euros para ropa y alimentos para los hijos y 3.000 euros para la obra.

Tras esta primera ayuda, sin indemnización del seguro y apenas sin ingresos, la familia ha ido arreglando el piso gracias a la ayuda de la parroquia de San Juan, carnavaleros de Málaga, las ONG Kelisidina Ayuda y Cadena de Favores, así como a donaciones privadas, recordaban a La Opinión en agosto del año pasado.

Sin embargo, el tiempo sigue pasando y no les alcanza para terminar la casa. Mariano García señala que lo único que quiere es terminar de arreglar el piso con materiales sencillos, por eso, aunque alguna empresa calcula que el presupuesto que falta ronda los 20.000 euros, él señala que con 7.000 euros el piso podría finalizarse.

«Ese presupuesto de 20.000 euros será que no echan yeso sino oro en polvo. Los 7.000 euros serían para el pladur, terminar la instalación de electricidad, las paredes, el suelo y carpintería, porque no hay puertas», destaca el padre de familia, que informa de que ya cuenta con más de la mitad de los materiales necesarios: «Están al 60 por ciento, porque una parte se ha deteriorado, como el suelo pero por ejemplo, nos dieron los muebles de cocina para poder montarlos pero no tenemos montador».

Como explica Ana María Salgado, lleva mucho tiempo tratando de que le reciba Francisco de la Torre. «El alcalde no me hace caso, he ido cuatro veces al Ayuntamiento a hablar con él y he hecho varios escritos», lamenta.

El objetivo, resume, es conseguir profesionales de la construcción y de nuevo, la colaboración municipal, detalla Mariano: «Necesitamos un electricista, un albañil y un carpintero; si el Ayuntamiento hiciese el favor de dejarnos trabajadores de nuestro barrio, que hay en la rama de la albañilería y son vecinos nuestros, trabajadores municipales, en tres días estaba lista la casa», subraya.

Cuestión aparte es el estado de salud de Ana María, pendiente de una importante operación que este mes debe calibrar el cirujano. Para su marido, «es increíble que desde la explosión de gas no le hayan hecho un chequeo para ver cómo se ha quedado de los riñones y de los pulmones». La tarde de la explosión no ha pasado para esta familia de La Palma.