De la costa malagueña a la alicantina saltando a Baleares y sin olvidar la colonia británica de Gibraltar, el despertar este sábado de los residentes del Reino Unido en España en la primera jornada del brexit aglutina sentimientos de tristeza, enfado e incertidumbre, pero también la sensación de que aún «nada ha cambiado».

Más de 10.000 residentes están agrupados en la asociación de británicos en España «Brexpats in Spain», cuya presidenta, Anne Hernández, declaró: «Es una situación horrible e incomprensible».

Ella misma, que reside en Mijas, no pudo votar por llevar más de quince años fuera de su país y entiende que debería haber ejercido ese derecho en la consulta sobre la salida de Reino Unido porque «afecta» a su futuro y al de su familia.

Hernández reprocha los «rumores y confusiones» que circulaban sobre este proceso y que originó que la sociedad británica votara un «simple sí o no» sin tener conocimiento de lo que ocurriría.

La provincia de Málaga cuenta con alrededor de 50.000 británicos, cifra que se elevó recientemente al empadronarse más personas para obtener el certificado del registro de ciudadanos de la Unión Europa.

Pese a todo, Anne Hernández siente «muy poca preocupación» con el brexit debido al acuerdo firmado este miércoles por el Parlamento Europeo que protege los derechos de los residentes británicos fuera de su país de origen.

Esta sensación de tranquilidad torna en mayor incertidumbre en Gibraltar, donde primaba ayer el hecho de haber empezado por fin a andar un camino sobre el que llevan tres años oyendo hablar pero cuyos beneficios y dificultades aún dependen de muchas negociaciones.

En la ceremonia celebrada a medianoche cerca de la frontera, en la que la bandera de la UE fue arriada y sustituida por la de la Commonwealth, se mezclaron los gestos solemnes de las autoridades y algunos gritos de alegría entre el público.

Los gibraltareños, que en el 2016 votaron masivamente en contra de la salida del Reino Unido de la UE (con más de un 96 por ciento de votos a favor de permanecer), emprenden este camino más cansados de las discusiones, los debates, la confusión y la incertidumbre con las que llevan viviendo estos tres años que entusiasmados por abandonar la familia europa. «No está en nuestras manos hacer nada», explicó un gibraltareño, que como todos dentro y fuera de la colonia británica, se preocupa especialmente porque el brexit no afecte a la fluidez de una frontera por la que cada día pasan 14.700 trabajadores transfronterizos, de los cuales 9.300 son españoles.

Ayer la verja vivía una jornada tranquila, sin el trasiego habitual de los días de diario en las horas puntas. El ajetreo más ligero del fin de semana lo protagonizan los gibraltareños que salen fuera de la colonia, un territorio de apenas seis kilómetros cuadrados y con 32.000 residentes, para ir a sus segundas residencias en Málaga o Cádiz, o para ir de compras.

Baleares es uno de los destinos turísticos predilectos de los ciudadanos del Reino Unido. Unos 3,5 millones viajan a las islas cada año, y casi 15.000 británicos residen en el archipiélago.

Esa es la cifra oficial de acuerdo con los datos del padrón, pero Kate Mentink, escocesa afincada en Mallorca hace más de cuatro décadas aseguró que son muchos más, hasta 40.000, según estimaciones. La mayoría, expuso, no consta en registros oficiales, ni cotiza ni tributa, y estos «van a ser los más afectados». Consideró clave que sus compatriotas aprovechen este año para regularizar su situación.