El cometa Halley, ajeno a las disputas políticas, crisis climáticas y partidos del siglo que cada año tienen lugar en el planeta Tierra, regresa impepinable a nuestros cielos cada 75 años para ver cómo andamos y no vuelve por estos lares hasta los tres cuartos de siglo siguientes.

El próximo voltio se calcula que tendrá lugar en el verano de 2061 y para entonces, puede que hasta se haya solucionado el problema catalán.

Con una periodicidad menos extrema, cada 28 de febrero, con motivo del Día de Andalucía, esta sección regresa con idéntica reflexión sobre el complejo de inferioridad que a estas alturas de 2020 padecen miles de locutores andaluces.

Porque, no nos engañemos, se trata de un virus fonético que lleva azotando los micrófonos de nuestras ocho provincias desde el nacimiento de la radio y la televisión y que prosigue en muchos canales de youtube y redes sociales.

Pero, ¿dónde se originó la cepa?, ¿quién fue el primer locutor andaluz enviado al módulo de 'reeducación' para arrojar al cubo de la basura su ridícula e irrisoria forma de hablar y adoptar la pura dicción castellano leonesa que tanto nos caracteriza en todas las ondas de Andalucía?

Uno imaginaba comportamientos así, de forzada reeducación del habla, en dictaduras de libro como la China, donde si te sales de la vía que marca el partido perdiste el partido y puede que hasta algo más. Pero que en 2020 se sigan prolongando en el tiempo estos ejercicios de acomplejamiento colectivo es para hacérselo mirar.

Sobre todo porque lo que consiguen nuestros falsos locutores del Bierzo al eliminar su acento nativo es extender el virus del acomplejamiento en oyentes, televidentes e internautas andaluces.

El humillante mensaje subliminal es una 'fake news' como un castillo: El español que se habla en Andalucía es incorrecto, una broma de la evolución de la lengua de Cervantes que hay que ocultar para hablar como Dios manda, que es como se habla en Soria o en los Madriles.

Ironizaba Valle-Inclán sobre el español hablado en Cataluña, que le parecía de un engolamiento propenso a salir en sus esperpentos. Sin embargo, las burlas literarias del genio gallego -que se metía con todos los acentos de España- no achantaron a los locutores catalanes, que ofrecen toda la riqueza del habla de sus cuatro provincias sin caer en la tentación de adoptar el acento que se estila en Segovia o en el barrio de Salamanca.

Sólo a los locutores andaluces parece que les pesan las burlas de algunos políticos incultos que de higos a brevas rebuznan en los parlamentos. Pero, en lugar de reivindicar sin exageraciones, con toda naturalidad, el precioso y valioso español que se habla en Andalucía, nos regalan un falso y afectado español del No Do.

Feliz Día de Andalucía. Fuera virus y complejos.