Usted puede pensar que el titular que encabeza esta crónica es desafortunado. Tal vez intuya, como ha ocurrido en innumerables ocasiones, que lo que se anuncia en él es, otra vez, una mera declaración de intenciones motivada por los últimos movimientos administrativos que se han dado en torno al enclave de los Baños del Carmen en los últimos tiempos. Y tal vez tenga razón, pero a veces, si se suman muchos gestos a lo largo de los últimos meses, pueda dibujarse un impulso político que comparten las tres administraciones con mando en plaza en el balneario: el Gobierno central y su brazo de Costas, el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía.

Tras años en los que esta zona se convirtió en un estercolero con la presencia incluida de okupas, el primer impulso fue privado y obedeció a un grupo de empresarios que, poniendo en liza sus lógicas expectativas de negocio, se hicieron con la concesión del restaurante y comenzaron a adecentar la zona, devolviéndola a la ciudad. Nunca entendí que se criticara a unos empresarios que, a la búsqueda de beneficios, han reconvertido el enclave en un restaurante con gran tirón entre el público local y el foráneo. Ahora, renuevan cada seis meses su concesión ante la Junta por un plazo de hasta tres años, de forma que luego saldrá la misma a concurso, y, claro, podrán volver a presentarse para seguir desarrollando el proyecto gastronómico que ha devuelto, en parte, el edificio a la gente. Ese fue el primer gesto.

El segundo gesto fue histórico y se dio el pasado mes de julio, cuando el Gobierno recuperó 33.000 metros cuadrados al revertir la Junta al Estado la mayor parte de los terrenos. La foto ha quedado ya, como digo, para la historia con la entonces subdelegada del gobierno, María Gámez, y la delegada del Gobierno andaluz en Málaga, Patricia Navarro, sentadas en la misma mesa para firmar la reversión de la gran parte de la parcela, a excepción del edificio y los patios colindantes que siguen bajo gestión privada. A esa imagen se sumó el recordado Damián Caneda, exconcejal del PP y uno de los empresarios que se jugó los cuartos en el restaurante. Al acto también acudieron el jefe de la Demarcación de Costas, Ángel González, el delegado autonómico de Desarrollo Sostenible, Fernando Fernández, y por los concesionarios, José Luis Ramos, además de Caneda. Allí se firmó el acta. Hasta entonces, todo el terreno estaba ocupado por la sociedad Parque Balneario Nuestra Señora del Carmen desde hace 99 años. La concesionaria se desprendió así de 33.000 metros cuadrados y se queda con 1.800. Tanto Gámez como Navarro definieron el momento como «deseado e histórico».

La concesión venció el 27 de julio de 2018, y fue entonces cuando se arbitró la fórmula de renovarla cada seis meses a los actuales empresarios hasta un máximo de tres.

El tercer gesto se dio antes, en junio de 2018, cuando se conoció que los concesionarios encargaron al arquitecto Manuel Navarro Mármol la rehabilitación del edificio, una exigencia de la Junta socialista para ampliar la concesión hasta los 15 años. Lo proyectado por Navarro se centra, según explicó este periódico en la época, en recuperar y poner en valor un enclave que ha adquirido ya proporciones míticas en el imaginario colectivo de los malagueños y que no empezará a ejecutarse hasta que la Junta dé el sí quiero a los concesionarios (por más años) y luego el Ayuntamiento conceda la correspondiente licencia.

La inversión inicial asciende a 800.000 euros, cifra a la que hay que sumar el coste de los equipamientos. El plazo de ejecución será de cuatro meses. A grandes rasgos, el plano recoge que se va a sustituir el pavimento exterior, se va a rehabilitar la histórica columnata de las terrazas, se va a poner una nueva pérgola en la terraza y otra en el edificio, se van a sustituir la carpintería metálica y las cristaleras del edificio principal, habrá una nueva distribución de cocina y vestuarios, se crea una nueva sala de eventos y se rehabilitan las naves traseras. «Nos ceñimos al área protegida por el PGOU del Ayuntamiento, que delimita los bordes del edificio. La concesión abarca 1.8000 cuadrados y el área de influencia del propio restaurante», explica. El edificio tiene 850 metros cuadrados más las columnatas y terrazas. También se actuará sobre una parte de la terraza que, si bien no está protegida, la concesión la mantiene y se pide su adjudicación, añade.

«Habrá nuevos espacios, nuevas salas de reuniones y vamos a optimizar la cocina para tener más posibilidades de oferta culinaria, con tratamiento en frío y en caliente y diferentes cámaras frigoríficas», señala, para indicar que la parte más complicada son los almacenes, «los vamos a devolver al origen», es decir, a la imagen que presentaban en los años veinte y de aire muy similar a los de los balnearios del norte de España de principios del pasado siglo. «Vamos a recuperarlos y ponerlos en valor».

El cuarto gesto lo conocimos hace poco gracias a una rueda de prensa que dieron la diputada del PP, Carolina España, y el concejal del Distrito Este, Carlos Conde. La diputada aseguró que la Declaración de Impacto Ambiental del llamado proyecto marítimo, es decir, la colocación de un gran espigón y la regeneración de la Playa de Poniente, estaba a punto de salir, en virtud de una respuesta parlamentaria del Gobierno. Si continúa el proceso, pronto se licitarán las obras. La rueda de prensa se dio, precisamente, para pedir al Ejecutivo central que destinara en los presupuestos de este año, o en los del que viene, dinero para este proyecto marítimo.

Pero hay más: el quinto gesto está conformado por una secuencia de hitos, que comienzan el pasado verano con el nuevo edil de Ordenación del Territorio, Raúl López, anunciando la licitación de la redacción del proyecto de ejecución del parque marítimo-terrestre. En diciembre se adjudicó, y esta misma semana hubo una reunión entre el alcalde, Francisco de la Torre, el propio López y los redactores que supuso el «pistoletazo de salida» de ese parque. Se pidió, además, una reunión con Costas y se consensuará este plan con los vecinos, con cuyas aportaciones, por cierto, se va a enriquecer el documento, que tendrá que ser actualizado en relación al de 2010. El proyecto debería estar bastante antes de final de año.

Cabe recordar que, a grandes rasgos, lo que se trata de hacer es un parque marítimo terrestre ampliando el acerado, ejecutando nuevos accesos a la playa de Levante y un paseo interior blando que discurra tras el edificio y hasta Pedregalejo. Además, se eliminarían los eucaliptos enfermos que hay en la acera, aunque es posible y se quiere salvar el bosque de árboles, algo que ya ha sido objeto de reuniones entre Costas y el Ayuntamiento.

El sexto gesto lo llevó a cabo el Gobierno el año pasado, cuando hizo obras para rebajar el muro de calle Bolivia y saneó la zona, eliminando construcciones antiguas como las pistas de tenis.

Son seis gestos en poco espacio de tiempo que llenan de optimismo a la ciudad, aunque el séptimo, sin duda, lo hicieron los colectivos ecologistas y los vecinos de la zona, que llevan años luchando para evitar que las obras deterioren el roquedal y que el parque no caiga en los brazos de la especulación privada. Tal vez podamos decir, sin temor a equivocarnos, que estamos en los últimos pasos antes de que allí haya obras, tanto en el frente marítimo de Poniente como en el de Levante, y una vez que se resuelva la concesión, los privados tendrán que hacer su parte del trabajo. El Ayuntamiento ya se ha comprometido a poner la mitad del dinero. Esto debe quedar alejado de veleidades y enfrentamientos políticos. Los Baños del Carmen son de todos.