Hay pasos que parecen inconmensurables, imaginen por ejemplo, que el fugado de Waterloo reconociera en una multitudinaria romería en la frontera francesa que su idea de pueblo único, grande y libre no se puede imponer por muchos romeros que le jaleen con banderitas y que la mitad de los catalanes, como Teruel, también existen.

Sin llegar al mismo nivel de 'inconmensurabilidad', el Ayuntamiento de Málaga ha dado un paso de gigante gracias, paradojas de la vida, a un pequeño milagro tecnológico.

Es un detalle que desde hace tiempo acompaña a un pedazo de nuestro Patrimonio Industrial, que permanece igual que el soldado desconocido, pues ninguna placa informa ni de su procedencia ni de la función que tuvo.

Hablamos, claro, de un asiduo de esta sección, la máquina de vapor de la antigua fábrica de la Azucarera Hispania, en la avenida de Andalucía, pues cuando el astro rey se marcha a alumbrar a los argentinos y canadienses, el milagro de la luz eléctrica ilumina el aparato en toda su belleza... y en todo su anonimato.

Menos da una piedra, claro, porque el hecho de que esta máquina de vapor esté a un tiro de piedra de la sede del PP, que capitanea el equipo de gobierno municipal, de momento no ha conmovido o despertado la curiosidad de ningún dirigente. Es la pescadilla que se muerde la cola, porque sin ninguna placa identificativa quién sabe si no concluyen que es una escultura moderna comprada en algún certamen de Arco (pero incluso así debería estar identificada).

Volvamos a recordar la verdadera identidad de la pieza: se trata de una máquina de vapor fabricada en 1929 por la compañía francesa Five-Lilles, la misma que realizó el precioso puente de Alejandro III en París. Es uno de los vestigios más bonitos y notables de nuestro Patrimonio.

Por lo menos tiene iluminación nocturna, así que ya hay alguien en el Consistorio que considera que tiene cierto valor.

El que le pongan una placa identificativa de aquí a 2029, cuando cumpla un siglo, es algo que no se puede descartar.

Cementerio Inglés

Poco a poco, el precioso Cementerio Inglés se está convirtiendo en un camposanto de poetas. Desde ayer, descansan en este cementerio histórico las cenizas del poeta, académico y catedrático malagueño Piero Tedde de Lorca, fallecido el mes pasado en Madrid, su ciudad de residencia.

En una sencilla ceremonia sus familiares y amigos recordaron a este malagueño culto, bondadoso y dotado de un sentido especial para la poesía pero también para la ironía y la alegría.

Fue un acto triste pero al mismo tiempo esperanzador y luminoso, como si el poeta hubiera estado desde lo alto repartiendo consuelo y sonrisas. Descanse en paz en uno de los sitios más hermosos de su ciudad natal.