Juan Sánchez, presidente del Teléfono de la Esperanza, y su equipo han redoblado sus esfuerzos estos días para atender a quienes se sienten solos en una sociedad híperconectada, una sensación que se agrava debido al estado de alarma decretado por el Gobierno por el coronavirus. Sánchez explica que la mayoría de llamadas que se producen son "de pánico a lo desconocido, angustia, miedo, ansiedad, cuánto tiempo va a durar esta situación, inseguridad por si vamos a pasar todos la enfermedad. Incluso hemos tenido fumadores preguntando si los estancos abren". Si habitualmente en Málaga y provincia se reciben unas 15 llamadas, ahora están atendiendo unas treinta. Se han disparado estas comunicaciones buscando consuelo en un tiempo que, sobre todo, reúne pocas certidumbres.

"Muchos no saben cómo actuar pues están bloqueados y sólo quieren que se les dé una respuesta. Se están dejando llevar por el miedo y se sienten muy aliviados después de hablar un ratito. Por supuesto, son personas que llevan mucho tiempo siendo atendidos por psiquiatría o psicólogos y personas solas, la soledad acrecienta sus temores", explica.

También interrogan los ciudadanos a los voluntarios por asuntos domésticos tales como si necesitan recetas o cómo actuar si se ponen malos.

Uno de los voluntarios, comenta Sánchez, que atendió llamadas desde su casa hace dos fines de semana le explicó que no paraban de entrar llamadas en casa, "con sólo un breve espacio sin ellas. Las primeras breves, casi todas personas con problemas psicológicos o psiquiátricos. La segunda parte fueron conversaciones más largas, algunas interminables, en un círculo vicioso que había que atajar. No había preguntas de temas médicos, pero sí que se sentían más abandonados en sus patologías cotidianas en el sistema sanitario. Algunos casos de soledad habían cambiado ante una obligada reagrupación familiar, por ejemplo de hijos que trabajaban fuera lo que generaba alivio por una parte y, por otra, problemas de convivencia. También había mayor apremio de compromiso a la pareja reacia, por miedo a enfrentar estos días en solitario".

Hay comunicaciones de personas preocupadas por las personas dependientes y que quieren ayudar, o preocupación por familiares que viven fuera de Málaga o hijos que estudian en otras provincias. "El Teléfono de la Esperanza está siendo un recurso para las personas que nos necesitan", dice Sánchez.

Una curiosidad es que también está llamando personal sanitario, medicos y enfermeros que se sienten desbordados, exhaustos, "en los que ya empieza a aparecer una sintomatología ansiosa".

El año pasado, El Teléfono de la Esperanza recibió 8.200 llamadas en todo el año.

Algunos de los consejos para hacer frente a esta situación son escribir un horario y cumplirlo, no estar pegado a la tele todas las horas del día, evitando la sobreinformación, mantenerse activo, mantener la distancia social pero conectarnos tecnológicamente con amigos y familiares, preservar la intimidad, de forma que cada miembro del hogar tenga un rato para sí mismo, no agobiar a los niños, visitar a los mayores extremando las cautelas, una de las excepciones, por cierto, al estado de alarma, dejar enfriar los conflictos de pareja, sumarse a las expresiones colectivas como los aplausos desde los balcones a los sanitarios o hacer técnicas de relajación.

El miedo y la ansiedad, nos recuerda Sánchez, son emociones normales que hay que aceptar, es necesario evitar puntos de vista catastrofistas o apocalípticos, es imprescindible mantener una actitud vital y positiva y, sobre todo, ser tolerante.