El callejero de Málaga de 1939, pese a incluir el peaje político de la nueva dictadura e incorporar novedades como la plaza dedicada a José Antonio Primo de Rivera, la avenida del Generalísimo Franco o la plaza del General Queipo de Llano, lo cierto es que puso un poco de orden en los nombres de las calles de la ciudad y recuperó muchos nombres tradicionales que se habían perdido.

En otras ocasiones mantuvo los que el Ayuntamiento, medio siglo antes, había empezado a incorporar cuando aprobó el dar nombre de personajes emblemáticos a las calles más céntricas.

De la primera hornada, la de los nombres recuperados, tenemos por ejemplo la calle Atarazanas, antes calle Andrés Mellado o la calle Puerta del Mar, que con anterioridad se llamaba calle Carvajal y Hué.

Gracias al archivero municipal Francisco Bejarano, que recibió el encargo de Juan Temboury, Málaga recuperó nombres de calles tan clásicas a lo largo de su historia como calle Nueva, Puerta Nueva, Martínez, Compañía o Vendeja.

En el segundo grupo, el de las calles con nombres de homenajeados del medio siglo anterior, se mantuvo la calle Alarcón Luján, en recuerdo del alcalde que hizo posible la calle Larios. De hecho, la ciudad le dedicó la calle en 1891, el mismo año en que inauguró la del marqués de Larios.

El nombre de Alarcón Luján es un clásico ya en nuestro callejero pero, consciente de la importancia del nombre anterior de esta vía, el propio Francisco Bejarano le dedicó un estudio en su famosa obra sobre la historia de las calles de la ciudad, con la particularidad de que nunca la incorporó a sus sucesivos libros, hasta la última edición de 'Las calles de Málaga' hace cuatro años, gracias al trabajo de recopilación de su hijo, el académico de San Telmo Rafael Bejarano.

Porque la calle Alarcón Luján era la antigua calle Pescadores, que se encontraba a dos pasos de la Puerta del Mar.

De hecho, en el famoso plano de Carrión de Mula de 1789, aparece con toda claridad esta calle justo en el lado exterior de las murallas de la ciudad, junto a la Puerta del Mar y el edificio de la antigua Aduana.

Como recuerda Francisco Bejarano, a comienzos del siglo XV, delante de las murallas ya se había formado una playa respetable, que con el tiempo posibilitaría la creación de la Alameda.

En tiempos de los Reyes Católicos, el pescado se vendía de forma obligatoria en el espacio entre la actual plaza de la Marina y la calle Torregorda, así que era un lugar muy concurrido de pescadores. En el XVIII, recuerda el gran archivero, es cuando se empieza a urbanizar con cordura la calle.

A dos pasos de Puerta del Mar viene bien recordar que la calle Alarcón Luján fue la de los Pescadores, otro recuerdo del antiguo frente marítimo de Málaga.