­La crisis del coronavirus ha supuesto un mazazo para el turismo, que se mentaliza para asumir una temporada, la de este 2020, que se prevé de escasos visitantes. La Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (Aehcos), que reúne a más de 350 establecimientos y 88.000 plazas de alojamiento (lo que constituye el 85% del total de la provincia de Málaga), afirma que, con las condiciones del plan de desescalada y el miedo psicológico que dejará la pandemia, las perspectivas de llegada de turistas no son halagüeñas, al menos hasta julio. Su presidente, Luis Callejón, teme que hasta el 25% de los hoteles no llegue ni siquiera a abrir este año y reclama que los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) para las plantillas de los establecimientos se prorroguen hasta final del ejercicio. A su juicio, costará entre tres y cinco años recuperar el nivel turístico previo a la pandemia. Y avisa de que el modelo operativo tendrá que cambiar a todos los niveles, con un escenario donde los hoteles sólo podrán ocupar una parte del total de sus habitaciones.

La Diputación de Málaga calculaba esta semana que entre el 15 de marzo y el 30 de junio la Costa del Sol habrá dejado de recibir cuatro millones de viajeros, con perdidas de 4.000 millones de euros. ¿Los hoteles dan por perdida la temporada turística veraniega o aún se espera a la evolución de la pandemia?

¿Esperar a qué? Mayo está ya perdido. Todavía no sabemos bien cómo vamos a entrar en las sucesivas fases de desescalada. Para arrancar, los hoteles necesitamos un protocolo de seguridad que se acaba de presentar al Gobierno. Sanidad tendrá que dar el visto bueno en estos próximos días. Y algunas compañías aéreas no van a volver a volar hasta mediados de ese mes o principios de julio. Veremos a ver también qué pasa con los protocolos de cada país: si van a dejar que salgan sus ciudadanos y en qué condiciones vuelven (si tienen que guardar cuarentena o no). La conclusión es que no va a haber prácticamente clientes este año. No va a haber un salvavidas donde agarrarnos. Lo ideal, creo, sería «apagar la máquina» un año y luego reactivarlo todo, porque igual hay ya una vacuna y todos estamos más tranquilos. Serán ya otras circunstancias, quizá también con algo de recuperación económica. Pero este año lo vamos a tener muy mal.

¿Van a abrir los hoteles en este proceso de desescalada?

¿A quién se le va a ocurrir abrir por ahora?, ¿con qué clientes? Lo único que traería eso son gastos. ¿Vas a salir de tu casa para encerrarte en la habitación de un hotel? La Costa del Sol es, en general, un destino vacacional. Quizá el turismo de negocios funciona de otra manera, y posiblemente pueda haber este tipo de reuniones cuando se permitan, con clientes que necesiten dormir en un hotel, pero el segmento vacacional de la Costa del Sol, que es el 80% del turismo total en la provincia, no va a tener demanda para sus establecimientos. Abrir los hoteles, de momento, no tiene sentido ni es interesante, al menos mientras no nos podamos mover entre provincias, y eso será para finales de junio. Yo temo que puede haber hasta un 20% o 25% de establecimientos que no lleguen ni a abrir este año.

Buscando algún elemento de optimismo, ¿podría ser un elemento clave de reclamo para el visitante la posible reapertura de las playas?

Ahora mismo estamos con la crisis de la pandemia y sus contagios, que todavía no ha acabado. Después vendrá la crisis psicológica, es decir, tenemos que conseguir que todos los clientes que antes eran felices paseando por la playa y tomando una cerveza en un chiringuito pierdan el miedo. Y además, tendremos un escenario económico muy malo. Sólo hay que recordar que en 2008, cuando estalló la anterior crisis, sobrevivimos a duras penas gracias al turismo nacional, con ocupaciones mínimas. Y no era la situación tan grave como la que vamos a tener ahora. Esto va a obligar a retocar absolutamente todo, porque la crisis del coronavirus está afectando también a salarios y empleos. Entonces, ¿quién se va a plantear este año irse de vacaciones así?

Muchos turistas extranjeros van a ser reacios a salir de su país por el miedo a que un rebrote de la pandemia les pille en otro lugar. En este sentido, ¿la imagen de España como destino turístico, al igual que la de otros países, puede verse resentida?

Las noticias que nos llegan de Europa son para echarse a llorar. No habla nadie bien de nosotros por la cantidad de muertes, los protocolos, etc. Es más, tenemos datos que indican que las previsiones de turismo para el año que viene en Italia o Israel, por poner dos ejemplos, son mucho mejores que las de España. O sea, que cuanto antes seamos realistas y reconozcamos que este 2020 ha muerto a nivel turístico, antes podremos ponernos a trabajar a medio y largo plazo. Insisto, este verano no habrá clientes, aunque lo diga algún experto que no sabe en realidad de esto. Yo hablo desde la trinchera de los establecimientos turísticos.

Si asumimos entonces que este año va a ser de cierta hibernación, ¿qué medidas hay que tomar para que el sector aguante todos esos meses?

En primer lugar, la prorrogación automática de los ERTE por causa de fuerza mayor hasta final de año. Y liquidez. Necesitamos mantener la «bombona» abierta, seguir funcionando para hacer promoción y captar a los clientes del próximo ejercicio. Además, todos los gastos relacionados con hipotecas y alquileres deberían tener una solución, a ver cómo lo hacemos. Por eso yo hablo de «apagar la máquina un año», para que todos los pagos y gastos, el agua, la luz, etc puedan reprogramarse o prorrogarse a futuro. Ahora mismo no podemos afrontar todo esto. También pedimos un IVA hiperreducido para un periodo mínimo de entre tres y cinco años, que es el tiempo que preveemos que será necesario para volver a las cifras turísticas de, por ejemplo, 2018. Y sin hablar de alcanzar cifras récord, que eso nos va costar todavía más.

¿Teme que haya hoteles que no lleguen a superar el impacto de esta pandemia?

Ya hubo empresas que se quedaron por el camino en la crisis económica que empezó en 2008. Pues ahora viene algo igual, con algo mucho más grave que obligará a reestructurar toda la industria. Todavía no han hablado los clientes, a los que hará falta escuchar, y tendremos que reformar el sector, el modelo operativo.

¿Pueden colocarnos una etiqueta de destino inseguro en mercados clave como Alemania? El ministro alemán de Interior, Horst Seehofer, ha dicho a los suyos que «mientras el virus no haga vacaciones» deben «limitar» sus planes de viaje, al margen de los deseos de los ciudadanos y del sector turístico.

Ahora mismo estamos catalogados como tal. Pero entiendo que un gobierno no le puede decir tampoco a sus ciudadanos que no viaje a determinados lugares, porque flaco favor le está haciendo entonces también a sus propios touroperadores, agencias o compañías aéreas. Las aerolíneas, por ejemplo, tienen que seguir volando a todos los destinos para mantener sus beneficios. No hay que criticar a Alemania por decir a su gente que no viaje, porque en España ahora mismo aconsejamos igual a los nuestros: que el turista deje la poca riqueza que pueda tener dentro de su propio país. Ése es ahora el menor de los problemas. Repito que, sabiendo que no vamos a tener clientes a corto plazo, lo que tenemos es que trabajar a medio y largo plazo. Llegará de nuevo el momento de las vacaciones, de salir de tu país, de coger vuelos. Y habrá que hacer una promoción brutal. Ya hemos empezado a hacer marketing sectorial y un estudio del cliente individualizado para saber todos sus hábitos y poder ofrecerles desde la Costa del Sol, a través de las plataformas turísticas, una oferta en bandeja de todo lo que le gusta. Afortunadamente tenemos una marca, Costa del Sol, que es un paraguas reconocido a nivel internacional. Es momento de quitarnos todos los egos (municipios, empresarios, sectores, administraciones, etc) e ir todos juntos bajo ese emblema.

Será fundamental que las administraciones vayan a una en esa tarea.

Se les ha pedido, pero yo tengo mis dudas.

¿Nos encaminamos por las obligaciones que va aparejar la prevención de los contagios (distancia de separación, medidas de protección) a un turismo menos masivo y más selectivo?, ¿la afluencia de turistas a la Costa del Sol tendrá necesariamente que ser menor?

Todavía estamos en fase de asimilar el primer impacto de esta crisis. Como decía, lo primero que vamos a tener que hacer es escuchar al cliente, para afrontar un cambio de modelo brutal. Igual que nadie se iría ahora de crucero tampoco te irías a un hotel de mil habitaciones. Entiendo que mientras no haya vacuna habrá que ir a un modelo de pequeños unidades de explotación dentro de los mismos establecimientos y con servicios independientes, hablando sobre todo del segmento vacacional. Es decir, «pequeños hoteles» dentro del propio hotel. Personalmente, creo que habrá menos habitaciones disponibles, repartidas en plantas determinadas, y con otras plantas dedicadas a servicios. Por eso necesitamos que haya un aumento de edificabilidad en el decreto sobre el sector que está retomando. Porque seguramente vamos a necesitar suites, más espacios para servicios,... se va cambiar el modelo operativo, y eso supondrá menos habitaciones totales. Y habrá que ver cómo compensamos esa pérdida de ingresos. Todo eso, insisto, nos lo debe ir diciendo el cliente. Ya hace mucho tiempo que en el sector lo estamos escuchando.

¿Piensa que el sector tendrá que tirar de ofertas y de bajadas de precio para atraer al cliente?

En principio, pensando en esta reducción de plazas hoteleras que comento, los precios se deberían mantener. Pero habrá de todo, con negocios que apliquen bajadas. Se irá viendo todo esto. Obviamente, si no hay clientes trataremos de captarlos, pero puede ser también preferible quedarte como estás si la clientela va ser de todos modos mínima.

¿Todos estos cambios repercutirán en el empleo?

Si alguien no lo piensa que dé un paso al frente. Por supuesto que va afectar al empleo y al bolsillo. Si calculamos que hasta un 25% de hoteles pueden quedarse por el camino, ¿a dónde van a ir esos trabajadores? La gasolina del sector son las pernoctaciones de los turistas en los hoteles. No podemos tener un stock de camas.

El sector hotelero malagueño tiene una base de 12.000 trabajadores, que durante los meses de verano suele aumentar al entorno de los 20.000 ó 22.000. Las plantillas están ahora mismo incluidas en ERTE, que se acaban de prorrogar hasta el 30 de junio, pero el objetivo del sector, según ha indicado usted antes, es que se alarguen aún más.

Sí, que sigamos como mínimo con las mismas condiciones hasta final de año. Hemos sido el único sector en España que ha ido de la mano de los sindicatos desde el inicio de esta crisis para proponer soluciones al Gobierno.

¿Qué va a pasar con los trabajadores fijos-discontinuos?

Estamos todavía esperando a que el Ministerio se pronuncie. Le hemos enviado un documento para salvar la industria hotelera y nos tienen que responder si lo aprueban. A día de hoy no sabemos nada. Algunas empresas han incluido a los fijos-discontinuos en los ERTE y otras no lo han hecho. Creo que formalmente no están obligados. En el sector sí queremos que todos los trabajadores estén protegidos, con las plantillas acogidas a estas medidas, pero depende del Gobierno. Empresarios y sindicatos estamos pidiendo lo mismo. En los hoteles, el 50% de los trabajadores son fijos, otro 30% son fijos discontinuos y otro 20% son eventuales.

La paralización del turismo, además, afecta de forma indirecta a gran parte del tejido productivo malagueño.

Efectivamente. Detrás nuestra vienen muchos otros sectores, y en una provincia como Málaga todavía más. Recibimos cada año a 13 millones de turistas que se mueven por la provincia y consumen. Todo eso lo vamos a dejar de tener este año.