El profesor de Historia del Arte de la UMA, Francisco Rodríguez Marín, recuerda los tiempos bravíos y no tan lejanos, en los que los planos de eminentes arquitectos vinculados con la historia urbanística de Málaga se vendían al peso al trapero, cada vez que llegaba algún cambio de sede administrativa.

Con los planos se iba de propina una reata de documentos y objetos que se perdían para siempre y que hoy, afortunadamente, suelen terminar en el Archivo Histórico Provincial o en el Municipal.

Hoy rescatamos la historia de un diligente funcionario del Estado que, en los años 70, mientras trabajaba en el Ministerio de la Vivienda, asistió a una de esas mudanzas que consistían, básicamente, en desprenderse de todo lo viejo sin ningún tipo de reparo por su destino final.

Como es lógico este tipo de mudanzas, cuyo nivel de desparpajo alcanzaba todas las administraciones y edificios gubernamentales -también el extinto Gobierno Civil- incluía el 'voleo' de todo tipo de papeles viejos, considerados objetos sin valor.

En uno de esos procesos de traslado, dio con un plano que iba a terminar en la basura o en manos del chamarilero. Como era aficionado a la buena arquitectura, de inmediato se percató de la valía del documento, que estaba firmado por Fernando Guerrero Strachan, así que decidió guardarlo en casa a la espera de mejores tiempos.

El plano lo ha conservado durante cerca de 40 años y ahora ha querido compartirlo con esta sección, porque su deseo es donarlo este verano al Archivo Municipal de Málaga, que conserva buena parte de la obra del más famoso arquitecto malagueño del siglo XX.

La semana pasada pudieron examinarlo en la sede de La Opinión, en calle Salvago, tanto el profesor Francisco Rodríguez Marín como el pintor Leonardo Fernández, y está a la espera de examinarlo Luis Ruiz Padrón, arquitecto y columnista de este diario.

El profesor Rodríguez Marín, cuyo doctorado versó sobre la historia de los conventos de Málaga, destacó la muy probable novedad del plano, fechado en Málaga el 8 de febrero de 1910 y firmado por Guerrero Strachan, que entonces tenía 30 años, porque ofrece la planta de un edificio religioso para él desconocido.

En concreto, el plano detalla un posible edificio conventual, dado que en él aparecen detalladas numerosas celdas, una sala para la comunidad y una capilla, entre otras dependencias.

¿Fue un encargo de fuera de nuestra ciudad y de nuestra provincia?, ¿se llegó a construir?

Gracias a la sensibilidad de un funcionario del Estado hace más de cuatro décadas, este plano que seguramente habría acabado destruido, ingresará pronto en el Archivo Municipal y los investigadores lo tendrán a su disposición para saber más de esta obra y por supuesto, del gran Fernando Guerrero Strachan.