La reciente guerra entre azerbaiyanos y armenios por el minúsculo bastión de Nagorno Karabaj, que es más pequeño que la provincia de Granada, ha puesto en el mapa uno de esos territorios situados en el limbo internacional de las disputas eternas.

A una escala mucho más pequeña -y más pacífica- ocurre lo mismo con la zona aeroportuaria de Gibraltar, sisada a España por los británicos, especialistas en resistirse a devolver lo que trincan, y si no, que pregunten a los griegos por los frisos del Partenón, a buen recaudo en el British Museum.

Lejos de las disputas internacionales pero situados, con todo derecho, en el limbo más absoluto, tenemos en Málaga algunas zonas de las que ni siquiera el legendario El Tato se hace responsable.

Esta sección volvió a visitar esta semana uno de esos rincones ajenos al servicio municipal de limpieza y a Parques y Jardines, pero también fuera de la órbita de cualquier administración o entidad supuestamente responsable del tugurio.

Nos referimos a la calle situada entre el centro de salud de La Palma Palmilla y la Comisaría de Policía de Málaga Norte, una corta vía de menos de 200 metros que comienza en la avenida de La Palmilla y 'desemboca', cómo no, junto al pasillo terrizo del Guadalmedina.

Situada en una de las zonas más bonitas del distrito, la lógica nos empujaría a pensar que esta vía, con un bonito 'acabado peatonal', ofrecería a los vecinos un aspecto digno y un mantenimiento, cuando menos, bimensual. Pues ni por asomo.

Lo cierto es que, por algún enigma administrativo, nadie parece responsabilizarse de la calle, que para más inri no tiene ni nombre. El resultado es, valga la redundancia, una porquería infecta en el lugar menos recomendable: junto a un centro de salud.

¿Qué alelado responsable se ha olvidado de esta vía?, lo mismo da que el negociado se encuentre en el Ayuntamiento, la Junta, la comisaría, el centro de salud o la Comandancia de Cartagena. La inopia de este cargo público debería catapultarle, siguiendo el Principio de Peter, a destinos superiores hasta que alcanzara su máximo nivel de incompetencia, y eso que con esta calle ha puesto el nivel bien alto.

Porque los alcorques son fuentes de arbustos descontrolados y enmarañados, al tiempo que una enredadera desborda los límites comisariales para derramar con profusión sus dones por el suelo (al igual que se le decía a Manolete, para el caso de que no supiera torear, ¿para qué tiene la comisaría unas plantas que luego no cuida?).

El desmadre de matorrales continúa en la rampa de acceso al terrizo junto al río, casi impracticable por los crecidos arbustos que lo pueblan. Lo dicho, asciendan al responsable de este desaguisado a Archimpámpano de las Indias.