El proyecto de semipeatonalización de la calle Carretería ha requerido de un importante trabajo arqueológico, fundamentalmente motivado por la ejecución de un nuevo colector correspondiente a la red de saneamiento municipal, paralela al antiguo colector de Málaga, que discurre, dicen los redactores, desde la Plaza de la Merced y sigue por Álamos y Carretería hasta llegar a la Tribuna de los Pobres. El subsuelo de esta vía se encuentra afectado por la declaración como Bien de Interés Cultural del Centro Histórico. En esta calle, fundamentalmente, lo que destaca son la traza y los restos de la muralla medieval de Málaga, protegida por el PGOU y en la Ordenanza del Plan Especial del Reforma Interior del Centro se establece una zona cautelar de interés arqueológico (un área de 20 o 25 metros).

¿Cómo se ha intervenido arqueológicamente en la zona? Se ha hecho un estudio no invasivo mediante prospección geofísica, con la intención de obtener datos de interés del subsuelo, a lo largo del trazado del futuro colector de aguas pluviales, desde calle Granada a la Tribuna de los Pobres. Se han investigado 2,5 metros de profundidad y se ha llegado a los cuatro metros en el entorno de la plaza de la Merced. Para ello, se han usado métodos geofísicos.

Antes de comenzar la labor arqueológica (a cuyas conclusiones no hemos podido acceder), se tiene información acerca de la existencia de hornos en las confluencias de Carretería y Álamos, además de acercarse mucho a la muralla. La exploración con georradar se ha hecho por tramos, sin coches aparcados en la zona, con la coordinación de Urbanismo. Se ha explorado, en concreto, una anchura variable de hasta cinco metros en relación al colector. Se ha usado, dicen los técnicos en el proyecto, «la metodología del rádar del subsuelo en modalidad 3D», de forma que luego se han escaneado los tramos con perfiles paralelos a la dirección del colector.

En el entorno de La Merced, con estructuras más profundas, dicen los técnicos que se usó también una antena de 200 MHz para obtener información sobre las estructuras. Los datos en 3D, convenientemente tratados, van a permitir obtener «una planimetría de las anomalías detectadas».

Ahora toca hacer sondeos arqueológicos en las zonas en las que se han revelado estructuras históricas y aquellas otras en las que podrían ir los contenedores soterrados. Durante las obras, se controlará el movimiento de tierras. Aún queda para eso, porque como explica el edil de Urbanismo, Raúl López, primero hay que mandar los datos del georradar a la Junta, que establecerá en qué puntos hay que hacer sondeos arqueológicos. La obra, recuerden, está dividida en seis fases de actuación, de forma que la empresa adjudicataria actuará al principio allá donde no haya que hacer estas catas y así podrán comenzar los trabajos. Después, una vez concluidos los trabajos de los arqueólogos, se iniciará el tajo en esos puntos. Asimismo, ha recordado López, durante la ejecución del proyecto habrá una vigilancia arqueológica que desarrollará un experto in situ.

Asimismo, los redactores del proyecto explican que la calle Carretería se corresponde con el recorrido histórico paralelo a la muralla, donde se reconocen las antiguas puertas de entrada a la ciudad, las cuales aún se «identifican como arranque de calles, existiendo restos en su mayoría». Así, se propone la recuperación de estos espacios de entrada a la ciudad, «señalizándolos en el recorrido, generando un punto de interés urbano con el cual interactuar». Este sistema de láminas se utiliza en puntos estratégicos para guiar al usuario a lugares de interés turístico hacia el interior del límite de la muralla. Se prevén tres puntos: Puerta Nueva, el espacio de lienzo de muralla y la puerta de San Buenaventura.

Señalar zonas históricas

«En el proyecto se realiza una propuesta de señalización y puesta en valor de los espacios que se corresponden con accesos históricos a la ciudad o que reflejan un hito en el recorrido, buscando dar unidad a la vía como espacio de ronda de la muralla medieval», destacan, para indicar que, en función del espacio-puerta, la zona tendrá una configuración diferente y aportará más información. «Podemos encontrar algunos espacios-puertas que muestren información histórica referente a ese punto, u otros que aporten información turística y cultural del entorno más próximo».

Los datos arqueológicos fijan ya la existencia de la muralla en el siglo XI, «aunque con datos parcos», pese a que sí se han detectado reparaciones genéricas de la época zirí. «Esta evidente diferencia de fábricas permite suponer una obra original más que probable diseñada por los hammudíes, cuyos gobernantes se caracterizaron por una especial dedicación al engrandecimiento y desarrollo de la ciudad, realizando importantes obras de todo tipo. En este momento, se produce una de las renovaciones urbanísticas más significativas de todo el periodo musulmán».

A mediados del siglo XI, según las hipótesis de los redactores del proyecto consignadas en la reseña histórica, la cerca partiría de una de las torres de la propia Alcazaba y volvería de nuevo a ella después de envolver la medina a través de la calle Álamos, Carretería, la margen izquierda del Guadalmedina, la playa y conectando en el vértice occidental con el tercer recinto de la Alcazaba. Con la llegada de los almohades, se prima la arquitectura militar, con tapias de hormigón en la muralla y la inserción de la barbacana y algunas albarranas (mediados del siglo XII o principios del XIII). Se mantienen los tramos anteriores, aunque la sustitución de unos elementos constructivos por otros en la muralla se aprecia muy bien en Carretería. En los números 62 y 64 se conserva el alzado original casi al completo de parte de un lienzo y de una torre.

En los siglos posteriores, el trazado permanece inalterable a excepción del frente marino, pues aprovechando el avance de los terrenos ganados al mar se hace un nuevo lienzo que será definitivo (siglo XIV), obra que se efectúa por la importancia de la ciudad en el reino nazarí, sobre todo en cuanto a su actividad comercial. Es entonces cuando se hacen obras defensivas como el castillo de Gibralfaro y La Coracha, el castillo de los Genoveses (en el espigón de la Marina) o las Atarazanas, protegida por una sólida albarrana que entraba decenas de metros en el mar. La muralla también tenía una importante función para dar salida, a través de un ancho foso, a las lluvias provenientes de la Victoria y el Arroyo del Calvario. Al llegar los cristianos, la muralla sigue siendo reparada pero funcionando. Lo hace hasta el siglo XVIII, cuando la higiene en las ciudades deviene en fundamental (se promueve la instalación de fuentes y sistema de evacuación de aguas sucias). En este caso, uno de los sistemas más importantes es el colector que recoge el arroyo del Calvario, y que desaguaba, entre otras zonas de caños y alcantarillas, en un ancho foso que recorría el muro. Así, tras la toma de los Reyes Católicos la muralla no conoció ninguna transformación, continuando con su papel defensivo, «junto con sus elementos complementarios e igualmente se mantuvo la red de aguas residuales. El sistema de caños y alcantarillas lo componían tres grandes ramales o madres que actuaban a modo de colectores generales, siendo uno de ellos el foso que recorría paralelo la cara exterior de la muralla».

En 1721, el regidor Luis de Tolosa tomó la medida de resolver los problemas salubres de la vía permitiendo a los vecinos que quisieran «labrar casas desde la Puerta de Granada hasta el Peso de la Harina en Puerta Nueva» recibieran terrenos para ello, cubriendo así el foso, aunque debían limpiar a su costa la parte correspondiente. Ello supuso un aumento del número de casas y una mejora del mantenimiento del foso, cubierto ahora con una bóveda de ladrillo.

Así, ya bien entrado el siglo XVIII la vía pasa a llamarse Carretería, los muros musulmanes son derribados previa autorización del rey y el foso de inmundicias, como se ha explicado, es cedido a quien quiera construir sobre él. Muchas casas conservan partes del muro a modo de «medianería», y se abren nuevos horizontes urbanísticos para la ciudad, superando, por tanto, la calle de la muralla medieval. Así nace, por ejemplo, su fachada sur.

Esta información viene recogida en la memoria arqueológica del proyecto, que también incluye, por cierto, otra memoria, la del plan de 2001 para poner en valor el lienzo y la torre que hoy pueden visitarse a mediación de la calle Carretería.