«Para toda la familia ha sido un alivio muy grande. Ya podemos respirar tranquilos y abrir la ventana», confesaba Lourdes García el pasado martes. Se encontraba en el mismo sitio que el pasado 17 de mayo, al pie de su casa, una vivienda unifamiliar en la calle Mendoza, 13.
Pero mientras en el primer encuentro con La Opinión lucía para la foto un semblante severo, en esta ocasión está radiante y lo mismo su marido, Francisco Cabrera y Javier, uno de sus hijos.
¿El motivo?: tras 20 años el Ayuntamiento por fin ha retirado, para cambiarlos de sitio, tres contenedores de basura frente a un colegio infantil y con los que convivían desde entonces, aunque una reciente obra los había juntado todavía más al pie de su casa.
El 17 de mayo Lourdes García contó en este diario el problema de tanta concentración de basura, porque su marido tenía un 55 por ciento de discapacidad por problemas respiratorios: «El aire acondicionado lo tenemos roto y si cerramos la ventana es malo y si lo abrimos también».
Además, destacaba, la concentración de contenedores hacía que, a lo largo de la semana se acumularan los muebles, aparte de haberse topado en más de un ocasión con ratas «y alguna vez hasta se nos han metido ratones en casa».
Lourdes resaltaba entonces que había llamado en incontables ocasiones al teléfono gratuito del Ayuntamiento para pedir que al menos le dejaran solo un contenedor, pero el resultado fue que le pusieron un tercero, pues al principio tenían dos.
Para colmo, el pasado 26 de mayo, sobre las 11 de la noche, tuvo que llamar a los bomberos al percatarse cómo ardía uno de los contenedores. Por suerte, el fuego fue apagado sin consecuencias.
Tras este último percance, la concejala de Servicios Operativos, Teresa Porras, que conoció el problema por este diario, informó de que los tres contenedores se trasladarían a la calle Antonio Soler, al lateral del CEIP Eduardo Ocón, donde molestarían menos. Además, la calle Mendoza, en dirección al paseo marítimo, sigue contando con más cubos.
«Se ha hecho todo lo que se ha podido, si se ha podido solucionar, encantada», señaló ayer la concejala.
Como comenta Francisco Cabrera de sus problemas respiratorios, «para mí ha sido un alivio después de tanto tiempo, porque sobre todo el problema empeoraba cuando llegaba el verano». Ahora, esta familia de calle Mendoza podrá abrir las ventanas sin malas consecuencias.